viernes, 30 de marzo de 2012

Esta información fue sacada de la siguiente página web: www.vidimusdominum.org


“… mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
(Is 43, 18)


ESPAÑA - Las obras de Dios tienen sus coordenadas históricas de tiempo y lugar.
La rama masculina en la Esclavitud de la Inmaculada Niña (popularmente: Divina Infantita) estuvo en la mente y en el corazón del Siervo de Dios Federico Salvador Ramón mucho antes de que, junto con la Madre Mª del Rosario Arrevillaga Escalada, fundara la rama femenina el 23 de febrero del año 1901 en la Ciudad de México.
De hecho, en 1902 escribió las Constituciones de los Esclavos y en 1904 las de las Esclavas.
La primera comunidad de Esclavos de la Inmaculada Niña se estableció en Tacubaya, México, -calle del Calvario, nº 8- el 9 de enero de 1903; la formaban: el P. Federico, su hermano el Padre Francisco Salvador Ramón (llamado cariñosamente, Padre Paco), Eloy Pérez y Felipe Berenguer, todos españoles. Un mes después se trasladaron al asilo de Tacubaya y, dos meses más tarde, al Templo de la Divina Infantita, ubicado en el ángulo de las calles Abraham González y Morelos, en el centro de la capital mexicana.
Deseoso de que hubiera más aspirantes a Esclavos, el Padre Federico envió muy pronto a España al Padre Paco para hacer promoción vocacional. Lo acompañó en el viaje el joven Eloy Pérez, quien ya no regresaría a México. Al año siguiente, 1904, él también viajó a España con la misma finalidad: formar sacerdotes para la Esclavitud. Recorrió varios lugares de la península buscando el lugar más idóneo para establecer el Colegio-Seminario.
A causa de sus compromisos pastorales en México, al Padre Fundador le resultaba imposible ocuparse directamente de los aspirantes, por eso los confió a la Madre Fundadora para que ella los formara en el espíritu de la Esclavitud de la Inmaculada Niña. 

El Padre Fundador manifestó una gran sensibilidad y preocupación ante el estado de abandono en que se encontraba el clero parroquial, sobre todo los de las localidades más alejadas de la Diócesis, y del peligro tan grande que corrían los sacerdotes -por la misma soledad y combatidos por todas partes- de olvidarse de su vida espiritual y encauzar más sus energías hacia los cuidados exteriores. El espíritu de desobediencia a la ley de Dios y la insubordinación a las personas que representaban la legítima autoridad, era una de las notas dominantes de la época, incluido el ámbito eclesial.  Por eso, su mayor afán era salvar del peligro a los párrocos, ayudarlos en su misión de pastores y, de este modo, colaborar también en la salvación y santificación de los fieles a ellos confiados. La Madre Mª del Rosario Arrevillaga, contempla la misma situación, de ahí su interés por grabar en el corazón de los futuros sacerdotes Esclavos de la Inmaculada Niña el espíritu y las virtudes características de la nueva Congregación religiosa. 

La Obra que Dios puso en manos de los Padres Fundadores para bien de la Iglesia, prosperó tanto en México como en España hasta la muerte aparente que le dieron los hombres con el decreto de supresión en 1910 a causa de las calumnias de que fueron objeto ambos Fundadores. Once años después, al triunfar la verdad sobre la mentira y la envidia, la rama femenina resucitó como Pia Asociación; no así la rama masculina. 

El Siervo de Dios, sin ahorrarse esfuerzos y sacrificios, consiguió en México y en España –concretamente en Almería y Granada- las necesarias autorizaciones de los obispos para establecer una Casa-Seminario de los Esclavos de la Divina Infantita en sus respectivas diócesis, con la aprobación de los Estatutos o Constituciones que adjuntaba a la solicitud. El permiso del arzobispo mexicano le fue dado el 24 de octubre de 1904. En éste se basó el de Almería, dado provisionalmente en mayo de 1907 y definitivamente el 18 de abril de 1908, para fundar la Casa Noviciado en El Cabezo. Antes, el 23 de septiembre de 1905, el Sr. Arzobispo de Granada le concedió las licencias requeridas para realizar el proyecto de fundar un Colegio para formar niños con vocación de Sacerdotes-Esclavos. Lo intentó también en Madrid, en Santiago de Compostela y en Guadix, pero sin éxito.

El Padre Federico terminó su peregrinación terrena en 1931; sobrevivió seis años a la Madre Fundadora. Él, en su lecho de muerte,  designó como formadores al Padre Manuel Leal Almoina en México y al Padre Antonio Sierra Leiva en España. A ellos y a las Madres Rosario de la Pureza Cataño Flores y Mª del Alma Muriel Román, Superiora general y Delegada en México, respectivamente, les encargó que continuaran lo de los Esclavos. 

La organización y formación de los Esclavos continuó, pero en España quedó truncada por la muerte del Padre Antonio Sierra Leiva, mártir de la guerra civil de 1936. En México, el Padre Manuel Leal tuvo a su cuidado el grupo de aspirantes hasta 1943, año en que falleció.  La Madre Mª del Alma Muriel Román, Delegada de la Madre General, confió entonces al Padre Vicente Echarri Gil el grupo de seminaristas para que los siguiera formando como Esclavos de la Divina Infantita. El Siervo de Dios Federico Salvador no alcanzó a obtener la aprobación de las Constituciones en Roma. Al paso de los años, resultó de ese grupo la Congregación aprobada con el nombre de Misioneros de la Natividad de María, en la que se reconoce al Padre Federico como Inspirador, al Padre Echarri como Fundador y en su carisma la infancia espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús, no el de la infancia espiritual recibido por la Madre Mª del Rosario Arrevillaga Escalada, quetiene a la Virgen María Niña como punto de referencia. Las Esclavas de la Inmaculada Niña consideramos a esta Congregación religiosa como otro don del Espíritu Santo a la Iglesia, pero distinto del que recibieron nuestros Padres Fundadores.

La hora de Dios parece haber llegado para que resurja la rama masculina de la Congregación. Hay en Argentina, en España y en México jóvenes y sacerdotes que han expresado el deseo de revivir en la Iglesia el carisma del anonadamiento de Cristo, Siervo de Yavé, a través de la imitación de María en el misterio de su Infancia, tal como lo recibieron, lo vivieron y lo legaron la Madre Mª del Rosario de Jesús Arrevillaga Escalada y el Siervo de Dios Federico Salvador Ramón, y han solicitado ser admitidos para formar parte de los Esclavos de la Inmaculada Niña. ¡Qué coincidencia, son de los mismos lugares donde, en vida de los Fundadores, brotó la semilla de este carisma del Espíritu!.

La peculiar fisonomía de los Esclavos de la Inmaculada Niña está determinada por el amor a la Virgen Niña, signo profético de la infancia espiritual que Cristo nos pide en el evangelio (Mt 18,3); un especial amor y culto a Cristo en la Eucaristía; obediencia hasta la muerte a la voluntad de Dios Padre, a ejemplo de Cristo; obediencia responsable, incondicional y dialogada a todos, con voto especial al Papa, al obispo de la Diócesis y a sus legítimos representantes;  amor a los destinatarios de la misión evangelizadora y a la santificación de los sacerdotes y obispos; humildad profunda y alegre; disponibilidad y caridad para con el prójimo; sencillez evangélica y mansedumbre en todo su comportamiento. Santos, sencillos y sabios; capaces de alcanzar la talla de Cristo, Servidor de todos, y de María Virgen, la primera Esclava del Señor.


Hna. Raquel Fuentes Coria, ein
Secretaria general

Madrid, 22 de marzo de 2012

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