martes, 3 de julio de 2012

Historia de los Esclavos de la Inmaculada Niña
     
   
La rama masculina en la Esclavitud de la Inmaculada Niña (popularmente: Divina Infantita) estuvo en la mente y en el corazón del Siervo de Dios Federico Salvador Ramón mucho antes de que, junto con la Madre Mª del Rosario Arrevillaga Escalada, fundara la rama femenina el 23 de febrero del año 1901 en la Ciudad de México.
De hecho, en 1902 escribió las Constituciones de los Esclavos y en 1904 las de las Esclavas.
La primera comunidad de Esclavos de la Inmaculada Niña se estableció en Tacubaya, México, -calle del Calvario, nº 8- el 9 de enero de 1903; la formaban: el P. Federico, su hermano el Padre Francisco Salvador Ramón (llamado cariñosamente, Padre Paco), Eloy Pérez y Felipe Berenguer, todos españoles.
Un mes después se trasladaron al asilo de Tacubaya y, dos meses más tarde, al Templo de la Divina Infantita, ubicado en el ángulo de las calles Abraham González y Morelos, en el centro de la capital mexicana. Deseoso de que hubiera más aspirantes a Esclavos, el Padre Federico envió muy pronto a España al Padre Paco para hacer promoción vocacional. Lo acompañó en el viaje el joven Eloy Pérez, quien ya no regresaría a México. Al año siguiente, 1904, él también viajó a España con la misma finalidad: formar sacerdotes para la Esclavitud. Recorrió varios lugares de la península buscando el lugar más idóneo para establecer el Colegio-Seminario.

A causa de sus compromisos pastorales en México, al Padre Fundador le resultaba imposible ocuparse directamente de los aspirantes, por eso los confió a la Madre Fundadora para que ella los formara en el espíritu de la Esclavitud de la Inmaculada Niña.

El P. Fundador toma el hábito de Esclavo de la Divina Infantita.
     


   
Llevaba el P. Fundador un mes exactamente desde la llegada de su segundo viaje a México, cuando quiso poner en firme los cimientos de la otra rama de la Obra de la Esclavitud, la Congregación de Esclavos de la Divina Infantita, en espera de la próxima llegada de su hermano Paco con algunos jóvenes españoles aspirantes a Esclavos. Él había pensado inicialmente que los Esclavos habrían de ser la primera rama de la Obra de la Esclavitud; pero, cronológicamente, fue la segunda.
Para poner los cimientos de la segunda rama, el día 8 de diciembre de 1902 tomó el hábito de Esclavo, cuatro años después, el día 13 de agosto de 1907, tomó el hábito de postulante en un acto celebrado en el Oratorio de Tacubaya; y al día siguiente, a última hora de la tarde, en el mismo Oratorio, tomó el hábito de novicio. Al día siguiente, fiesta de la Asunción de María, durante la Misa celebrada por el P. Patrocinio el P. Fundador hizo su profesión religiosa como Esclavo de la Divina Infantita. Como símbolo de su consagración a Dios, el P. Fundador recibió un anillo de oro que en su cara exterior tenía un corazón en relieve y en él esta inscripción: "Soy de la Divina Infanti¬ta"; y en su cara interior la inscripción: "José de la Divina Infantita", y un corazón con la fecha "15 de agosto 1907".
   
 
   
Todos estos actos no eran jurídicos en un sentido estricto, sino manifestacio¬nes del deseo ardiente de identificar¬se con la Obra de la Esclavitud; no tenían validez canónica alguna porque no había mediado el permiso de la autoridad eclesiás¬tica competente.
Desde el 30 de noviembre de 1904, el P. Fundador ya había empezado a firmar sus cartas como "José de la Divina Infantita, E.D.I.". Y el 25 de diciembre de ese mismo año hizo esta declaración formal:
"Yo Federico Salvador declaro que es mi firme y deliberada voluntad recibir por nombre en la Religión de "Esclavos de la Divina Infantita",
José de la Divina Infantita, E.D.I.".
                                       Textos de Nuestra M. Rosario 

“Por eso Nuestro Señor, conociendo la necesidad tan grande que hay que remediar, y mirando todos esos males, ha querido que nazca la Esclavitud inspirándole a Nuestro Padre el pensamiento de formar una Congregación de Religiosos que llamándose Esclavos lo sean realmente, y que haciendo voto de obediencia a los Señores Obispos y Arzobispos, se pongan a sus órdenes para servirlos, para ganarse a los curas presentándose delante de ellos siempre humildes, haciéndoles ver que van en nombre de Dios para ayudarlos, para trabajar durante algún tiempo a su lado, poniéndose a su disposición, teniendo ellos libertad de mandarlos como a sus criados, y sin exigir por parte de los Curas otra recompensa que la de poder decirles: - Lo único que yo te pido al venir cerca de ti y ponerme bajo tu dominio, es voluntad; quiero que me la des para que yo se la ofrezca a Dios como una prueba que quieres darle de que desde hoy vas a trabajar con mayor celo por las almas de los pobrecitos pecadores para salvarlas.” (LOMF, nº 1 del apartado Esclavitud).
Esclavos formará la Divina Infantita si se forman al lado suyo! ¡Qué sacerdotes tan llenos de dulzura y bondad! ¡Qué Esclavos tan humildes, tan dispuestos al sacrificio y a vivir postergados como los últimos, para conquistarle así muchos corazones a Dios Nuestro Señor y con su ejemplo formar a muchas almas! ¡Qué Esclavos tan encantadores por su modestia y sencillez, y tan llenos de paciencia para tolerar a todos los que les rodeen!. Con humildad y paciencia es como se hacen las conquistas de las almas.” (Libro de Oro de la Madre Fundadora, nº 345 del apartado Esclavitud).
“Así –afirma en otro texto- resucitarán esos pobrecitos sacerdotes a la vida de la gracia al escuchar la voz de los Esclavos que van de parte de Dios a recordarles cómo deben servirle y anunciarles como los profetas de los tiempos antiguos porque muchas veces manda Dios al mundo ángeles en figura de hombres para que obliguen a los demás a corregirse de sus faltas, y esos hombres quiere Ntro. Señor que sean los Esclavos, porque el salvar a las almas es su principal objeto y el fin de la Esclavitud.” (Meditaciones de la Madre Fundadora, libro 14, meditación 388, página 11).



 





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