La
rama masculina en la Esclavitud de la Inmaculada Niña (popularmente:
Divina Infantita) estuvo en la mente y en el corazón del Siervo de
Dios Federico Salvador Ramón mucho antes de que, junto con la Madre
Mª del Rosario Arrevillaga Escalada, fundara la rama femenina el 23
de febrero del año 1901 en la Ciudad de México.
De
hecho, en 1902 escribió las Constituciones de los Esclavos y en 1904
las de las Esclavas.
La
primera comunidad de Esclavos de la Inmaculada Niña se estableció
en Tacubaya, México, -calle del Calvario, nº 8- el 9 de enero de 1903;
la formaban: el P. Federico, su hermano el Padre Francisco Salvador
Ramón (llamado cariñosamente, Padre Paco), Eloy Pérez y Felipe Berenguer,
todos españoles.
Un
mes después se trasladaron al asilo de Tacubaya y, dos meses más tarde,
al Templo de la Divina Infantita, ubicado en el ángulo de las calles
Abraham González y Morelos, en el centro de la capital mexicana. Deseoso
de que hubiera más aspirantes a Esclavos, el Padre Federico envió
muy pronto a España al Padre Paco para hacer promoción vocacional.
Lo acompañó en el viaje el joven Eloy Pérez, quien ya no regresaría
a México. Al año siguiente, 1904, él también viajó a España con la
misma finalidad: formar sacerdotes para la Esclavitud. Recorrió varios
lugares de la península buscando el lugar más idóneo para establecer
el Colegio-Seminario.
A causa de sus compromisos pastorales en México, al Padre Fundador
le resultaba imposible ocuparse directamente de los aspirantes, por
eso los confió a la Madre Fundadora para que ella los formara en el
espíritu de la Esclavitud de la Inmaculada Niña.
El
P. Fundador toma el hábito de Esclavo de la Divina Infantita.
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Llevaba el P. Fundador un mes
exactamente desde la llegada de su segundo viaje a México, cuando quiso
poner en firme los cimientos de la otra rama de la Obra de la Esclavitud,
la Congregación de Esclavos de la Divina Infantita, en espera de la
próxima llegada de su hermano Paco con algunos jóvenes españoles aspirantes
a Esclavos. Él había pensado inicialmente que los Esclavos habrían de
ser la primera rama de la Obra de la Esclavitud; pero, cronológicamente,
fue la segunda.
Para poner los cimientos de
la segunda rama, el día 8 de diciembre de 1902 tomó el hábito de Esclavo,
cuatro años después, el día 13 de agosto de 1907, tomó el hábito de
postulante en un acto celebrado en el Oratorio de Tacubaya; y al día
siguiente, a última hora de la tarde, en el mismo Oratorio, tomó el
hábito de novicio. Al día siguiente, fiesta de la Asunción de María,
durante la Misa celebrada por el P. Patrocinio el P. Fundador hizo su
profesión religiosa como Esclavo de la Divina Infantita. Como símbolo
de su consagración a Dios, el P. Fundador recibió un anillo de oro que
en su cara exterior tenía un corazón en relieve y en él esta inscripción:
"Soy de la Divina Infanti¬ta"; y en su cara interior la inscripción:
"José de la Divina Infantita", y un corazón con la fecha "15
de agosto 1907".
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Todos estos actos no eran jurídicos
en un sentido estricto, sino manifestacio¬nes del deseo ardiente de
identificar¬se con la Obra de la Esclavitud; no tenían validez canónica
alguna porque no había mediado el permiso de la autoridad eclesiás¬tica
competente.
Desde el 30 de noviembre de
1904, el P. Fundador ya había empezado a firmar sus cartas como "José
de la Divina Infantita, E.D.I.". Y el 25 de diciembre de ese
mismo año hizo esta declaración formal:
"Yo Federico
Salvador declaro que es mi firme y deliberada voluntad recibir por
nombre en la Religión de "Esclavos de la Divina Infantita",
José de la Divina Infantita, E.D.I.".
Textos
de Nuestra M. Rosario
“Por eso Nuestro Señor,
conociendo la necesidad tan grande que hay que remediar, y mirando
todos esos males, ha querido que nazca la Esclavitud inspirándole
a Nuestro Padre el pensamiento de formar una Congregación de Religiosos
que llamándose Esclavos lo sean realmente, y que haciendo voto de
obediencia a los Señores Obispos y Arzobispos, se pongan a sus órdenes
para servirlos, para ganarse a los curas presentándose delante de
ellos siempre humildes, haciéndoles ver que van en nombre de Dios
para ayudarlos, para trabajar durante algún tiempo a su lado, poniéndose
a su disposición, teniendo ellos libertad de mandarlos como a sus
criados, y sin exigir por parte de los Curas otra recompensa que la
de poder decirles: - Lo único que yo te pido al venir cerca de ti
y ponerme bajo tu dominio, es voluntad; quiero que me la des para
que yo se la ofrezca a Dios como una prueba que quieres darle de que
desde hoy vas a trabajar con mayor celo por las almas de los pobrecitos
pecadores para salvarlas.” (LOMF, nº 1 del apartado Esclavitud).
Esclavos formará la Divina Infantita si se forman
al lado suyo! ¡Qué sacerdotes tan llenos de dulzura y bondad! ¡Qué Esclavos
tan humildes, tan dispuestos al sacrificio y a vivir postergados como
los últimos, para conquistarle así muchos corazones a Dios Nuestro Señor
y con su ejemplo formar a muchas almas! ¡Qué Esclavos tan encantadores
por su modestia y sencillez, y tan llenos de paciencia para tolerar
a todos los que les rodeen!. Con humildad y paciencia es como se hacen
las conquistas de las almas.” (Libro de Oro de la Madre Fundadora,
nº 345 del apartado Esclavitud).
“Así –afirma en otro texto- resucitarán esos
pobrecitos sacerdotes a la vida de la gracia al escuchar la voz de los
Esclavos que van de parte de Dios a recordarles cómo deben servirle
y anunciarles como los profetas de los tiempos antiguos porque muchas
veces manda Dios al mundo ángeles en figura de hombres para que obliguen
a los demás a corregirse de sus faltas, y esos hombres quiere Ntro.
Señor que sean los Esclavos, porque el salvar a las almas es su principal
objeto y el fin de la Esclavitud.” (Meditaciones de la Madre Fundadora,
libro 14, meditación 388, página 11). |
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