viernes, 31 de agosto de 2012

Un escrito de Nuestro Padre Fundador


Artículos Publicados del Siervo de Dios P. Federico Salvador.


 

LA INDEPENDENCIA.      FECHA: Almería, 13 de Abril         AÑO: 1911.


 

LA INDEPENDENCIA.

DIARIO DE NOTICIAS.

Año IV         Con censura. Almería, Jueves 13 de Abril de 1911     Nº.1.000.


 

AMOR DIVINO

    ¡Qué dulce es el amor cuando se siente!

¡Qué consolador cuando se practica! Pero ¡Cuán difícil es sentir las ternuras del verdadero amor, y cuanto más raro es hablar a quien de veras lo practique!

    Y es porque el amor es dar, y tanto se ama cuanto se da; y amamos tanto los hombres las cosas que poseemos, que harto nos cuesta desprendernos de ellas; y de nosotros mismos estamos tan enamorados, que tenemos por heroico al hombre que, olvidándose de sí, se entrega a glorificar a Dios por puro amor ó a sacrificarse en bien de los hombres.

    El Supremo Hacedor, que por libérrimo consejo de su soberana voluntad, creó todas las cosas, dejó rastros en ellas de su generosa mano en testimonio del amor con que les diera vida.

    De todas ellas ha podido cantar San Juan de la Cruz, el místico maestro, gloria de la Iglesia y de la literatura clásica española, esta admirable canción:

Mil gracias derramando

Pasó por estos sotos con su presura,

Y yéndolos mirando

Con solo su figura

Vestidos los dejó de su hermosura.

Vestigios de su gloria grabó en todas las criaturas irracionales el Hacedor Supremo, y en las intelectuales demostró el subido amor que las tenía, dejando impresa en ellas la semejanza divina con la luz de su eterno rostro.

Y porque el hombre afeó y ajó la semejanza divina en que había sido creado, quebrantando el precepto que su Hacedor le había impuesto, dióle Éste a fin de volverlo a su prístina perfección y hermosura y testimoniarle el amor infinito también por ser en todo igual a Dios.

Y como el Verbo Divino hecho hombre había de ser muestro soberano Maestro, nos enseñó por modo sumo, la práctica del amor, y por ser en el amor perfectísimo, entregase a Sí mismo por nosotros, y nos dio su sangre, gota a gota, y su vida, en un infame patíbulo.

Pero no fuera bastante para quien sabe amar con infinita perfección darnos solamente la vida del cuerpo y por una sola vez; por eso nos entregó las palabras de su sabiduría, iluminando nuestros entendimientos, y la práctica de la virtudes, bien de nuestras voluntades; y para que las divinas enseñanzas dadas a los hombres no fueran en tiempo alguno corrompidas, diónos también Jesús un maestro infalible de la Verdad en la Cabeza visible de la Iglesia; y a fin de que no nos faltasen fuerzas para que realizáramos la virtud, Él mismo quedóse con nosotros para servirnos de alimento y fortaleza, dándosenos tan por entero, que todo Él se nos comunica para morir en particular por cada uno de los hombres que lo recibe sacramentalmente, como murió por todos clavado en el leño santo de la Cruz.

Así amaron los apóstoles, los mártires, las vírgenes; los santos todos que hoy viven en el seno de la Iglesia, así aman: dándolo todo por Dios y sacrificándolo todo en aras del bien de sus hermanos.

¡Sí todos amáramos así!...

Federico SALVADOR.

    Pbro.


 


 

Almería, Abril 1911.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

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