Con la Divina Infantita en nuestros brazos y el amor
en nuestros corazones, nada tenemos que temer, de nosotros será el premio en la
gloria, según el merito de nuestros sufrimientos; de Ella la gloria en la
tierra y en el cielo, y de los enemigos el perdón que Ella le conceder, porque
realmente no saben lo que se hacen.
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