martes, 2 de abril de 2013

Meditación de Nuestra Madre Fundadora con motivo de la "Resurrección del Señor"




Señor de la Resurrección, San Simón, Texcoco Edo de México

MEDITACIÓN 10
Miércoles 9 en la noche
“LA RESURRECCION DEL SEÑOR”

El Señor les dijo a las santas mujeres: “id y decidles a todos que no tengan pena, que Cristo ha resucitado”. No me toquéis: Esto nos dice ahora la meditación. Figúrense que alegría no les daría a las santas mujeres, saber que Cristo había resucitado y con qué regocijo irían a decirles a todos que lo habían visto; después que lo habían perdido y que El les había dicho: “No me to­quéis”.
Figúrense ahora hijas mías qué gusto no les causará volver a encontrar a Nuestro Padre después de haberlo perdido, y cuando vengan los Esclavos ir mirando la virtud que distingue a cada uno, y pensar ¡qué respetuoso es éste!  éste ¡qué humilde! aquel ¡qué amor tiene por Jesús Sacramentado! De pronto no conocerán, ni podrán comprender cual es el suyo, pero cuando Dios les conceda conocerlo, entonces dirán: “¡Benditos sacrificios, benditas contrariedades, bendita obediencia a que me sujeté que me hicieron alcanzar virtudes para el Esclavo que Dios me concediera!” porque yo sé hijas mías, que a la hora del Juicio Universal, aunque una alma ya esté recompensada, si algún bien ha hecho ya por medio de una buena estampa, de una oración, de un buen consejo; todas las almas que por ese medio se hallan santificado, se le presentarán enfrente para hacer más hermosa su recompensa. Ahora figúrense lo que será a fuerza de sacrificios conseguir un Esclavo, que no significa un solo sacerdote, sino una generación entera de almas salvadas por él; de almas que amen a la Divina Niña; ¡qué gloria hijas mías!  pero no esperen conseguirla más que en medio de amargura y tribulaciones, en medio de sacrificios constantes, entrando de lleno en la Esclavitud.
Esta mañana me preguntaban por qué ahora vestía yo tan pronto a la Divina Niña; a lo cual les contesto que si hubiera yo estado sola con Ella, me habría dilatado como otras veces, porque es que no puedo ni explicar lo que pasa por mí, cuando la tengo en mis manos; la chiqueo, la acaricio, la contemplo y siento en mi corazón un amor para Ella que me mata. Quise vestirla delante de Uds. para ver si se los comunicaba y veo con pena que no es así, porque yo creo que en ninguna había oración; porque si sus ojos estaban fijos, sus corazones es­taban helados; ¿á qué no había una que interiormente le estuviera diciéndole requiebros y pidiéndole la gracia de conseguir su Esclavo, diciéndole: –“¿Ver­dad que vas a dármelo Madre mía? y ¿qué virtud vas a concederle, por cuál ha de sobresalir para que yo lo conozca?”.  Había delante de ella muchas, pero co­razones muy pocos. ¿Es así hijas mías como le pagan el amor que les da? ¿quie­ren ser Uds. como el mundo que la desprecia por pequeñita, que no la admira porque le parece fea? Pues sépanse que si exteriormente es fea, interiormente es María, y Ella fue quien le dijo a N. Padre: –“Quiero hijas”, ¿y así es como esas hijas la tratan? ¿será posible que ellas mismas la rechacen? Acaso porque el Sagrario es feo, de madera burda y mal hecho, vamos a despreciarlo,  cuando dentro de ese exterior tosco y feo está nuestro tesoro, Jesús Sacramentado?  Pues lo mismo en la Divina Niña; vemos una imagen pequeñita y fea pero que en­cierra a María y a Jesús Niño en su corazón y eso es lo que debemos ver.  ¡Po­bre Niña! 24 años de ser a mi lado como una pordiosera, porque no tenía casa, no tenía nadie que la amara más que yo y después de tanto tiempo, cuando ella escoge hijas, esas mismas hijas le dicen: “vete de aquí y no vuelvas más a es­ta casa; que ingratitud te haremos para que no vuelvas? Me pides silencio y yo quiero ruido; me dices: “sé obediente”, y yo solo quiero hacer mi voluntad me pides sacrificios cuando yo no pienso más que darme gusto. A ese precio yo no quiero tu amor”.
Hoy la he encontrado en su buquecito sola, moradita de frío y le he preguntado: –“¿qué tienes Niña? qué te pasa, te ha hecho algo tu papacito? Ella me ha contestado: solo por él vivo, me voy a su lado, porque solo allí encuentro abrigo; mis hijas me abandonan, en lugar de dormirme a su lado, me han sacado unas a dormir al balcón y otras a la terraza y he pasado la noche helada y sin ropita; ¡tengo hambre, tengo frío! ¿Pues que te han dejado también sin comer? ¿qué tu ropita está rota, estás descalcita, tu petaquita está vacía?”. –“Hoy sí; mis hijas se han portado mal y no quieren amarme. Yo no vivo más que por una que otra que tiene voluntad de sacrificarse. Las demás no quieren que vuelva pero soy Madre de Misericordia y volveré a rogarles una vez más con mi amor”.
¡Qué vergüenza les dará hijas mías, a las que no han querido sacrificarse, cuando esta noche sientan el calor de su manecita que las acaricia! ¿Verdad que mañana van a portarse mejor que hoy? ¿verdad que van a ser sacrificadas?
Ya es tiempo de ir a ver a papacito; tengo pena de verlo, porque casi na­da le llevo de refrigerio para su viaje, tanto que si no fuera por alguna que otra que sí se ha sacrificado, no me atrevería a ir. Voy por las que tienen sacrificios; las que no los tengan hijitas mías, lleven su pensamiento al Sa­grario y ruéguenle al Niño Jesús, que les preste méritos para que puedan pre­sentarlos por Nuestro Papacito.
¡Ya llegamos! La Divina Niña lo acaricia para despertarlo y le dice:   –“Aquí están tus hijas; hoy te traen poco pero no te entristezcas; te aman mu­cho sino que son débiles; hoy el Niño Jesús y Yo les hemos dado de nuestros méritos para que no vengan con las manos vacías, pero ¡ya verás mañana! Perdó­nalas y bendícelas para que sean santas”.
¿Será posible hijitas mías, que después que la Divina Niña en tanto tiempo no tuvo quien la amara y estaba como la vio la leguita, oscilando en el aire; hoy que tiene hijas, ellas mismas abran sus brazos no para sostenerla sino para tirarla y no quieran darle sus corazones por cuna? ¿qué desperdicien el amor que yo constantemente quiero darles? Miren que si Dios ve que mis afanes son inútiles; que si no puedo darles el amor de la Divina Niña; si no sirvo aquí, me apartará del lado de Uds. y me llevará a buscar en otra parte, lo que aquí no he podido encontrar. Miren que lo que hoy no aprovechen, no lo aprovecharán ya lejos de su madre y en manos de una superiora; porque cualquiera les dará enseñanzas mejores que las mías ¡quien lo duda! pero la locura de amor de la Divina Niña, esa nadie puede dárselas más que yo.
Conque a ver cómo todas van a ser buenas, humildes, obedientes y silenciosas; verán cómo después de haberse sacrificado todo un día que felices irán a despedirse de Nuestro Santo Papacito, entregándole sus sacrificios para sus  Esclavos. El será feliz, yo también y todas dormirán con la Divina Niña en sus corazones.
Cierren sus ojitos y hagan intención de recibir la bendición de papacito, que su pensamiento y su corazón están con nosotros.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, etc.

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