miércoles, 12 de septiembre de 2012

Historia de Nuestro Padre Fundador




 HISTORIA DE NUESTRO

VENERADO

Y AMADISIMO

PADRE FUNDADOR

FEDERICO SALVADOR

Y RAMON




ESCRITA POR N. M. REV. MADRE
ROSARIO DE LA PUREZA


PRIMERA SUP. GENERAL DE LA
ESCLAVITUD DE LA D. I.

A.   I. I. V.  V P. M. A. J.
 




En el nombre augusto de la Santísima Trinidad, en el de mi dulcísimo Jesús Sacramentado y de la Divina Infantita mi amadísima Inmaculada Reina comienzo hoy 1º de enero de 1927 en esta casa Noviciado de Instinción, estos apuntes, con el permiso de Nuestro Padrecito y su bendición. Se que solo servirá para dar luz a la persona que Nuestro Señor destine para escribir la preciosa e interesante historia de la Esclavitud de la Divina Infantita, obra grande santísima a la que tengo la dicha de pertenecer, que la amo con locura y por ella daré mi vida.

No tengo la instrucción ni el talento necesario para nada, y por eso sin fijarme en determinadas reglas, ni en el orden que debe llevarse para escribir un libro, haré correr mi pluma  según dicte mi corazón y ayude mi memoria. Y la persona docta que después escriba esta santa y preciosa historia, lo ordenará y escribirá bien.

Lo único que yo aseguro, en nombre de mi Dios es: que cuanto diga es cierto en conciencia y que si me atrevo a esta ardua empresa solo es para su amor y gloria.
Espíritu Santo, Espíritu Divino Fuente de luz, dígnate enviar un rayo de tu divina gracia a mi pobre corazón e ilumina mi torpe entendimiento. Divina Infantita ayúdame Madre mía.

Venerada Madrecita mía que desde el cielo me miras y tanto me amas, no te apartes de mi lado, guía mi mano y enséñame lo que no yo no recuerde bien.

A.I.I.V.

En la historia de la Esclavitud de la Divina Infantita se tienen que distinguir varias partes a cual mas hermosas e interesantes, la primera es la vida de su Venerado Fundador con el modo como Dios le inspiro la grande y santa Obra de la Esclavitud.

La segunda la vida de Ntra. Venerada Madre Fundadora. (Que por gran tristeza para sus hijas que con locura la amamos, no existe desde el 10 de enero de 1925 que voló al cielo) con la historia de la Devoción de la Divina Infantita en México.

La tercera el modo providencial como los unió N. Señor, siendo el español y ella mexicana.

La cuarta como comenzó la Congregación, su crecimiento, las grandes persecuciones que ha sufrido hasta llegar a estar reprobada y muerta, ante los ojos del mundo durante once años y su resurrección en 1921 aprobada como Pía Asociación por S. S. Benedicto XV de feliz memoria que Dios tenga en el Cielo. Esta aprobación fue dada el 22 de junio de dicho año.

Que sea para mayor honra y gloria tuya
Divina Infantita.
A.I.I.V.

PRIMERA PARTE

VIDA DE NUESTRO VENERADO PADRE.

Nació en Almería el 9 de marzo de 1867; sus padres fueron D. Federico Salvador Alex natural de Instinción (Almería) y Doña Francisca Ramón Visiedo. Fue bautizado en la Parroquia de San Sebastián con el nombre de Federico; en esa misma Iglesia cantó su Primera Misa y la Primera Comunión la recibió en la de Sto. Domingo.

Su buena Madre lo supo educar muy bien; tenía ésta bastante talento, era muy discreta, madre tiernísima, esposa modelo y era una verdadera señora de su casa, tan aplicada, hacendosa y económica, que de sus ahorros tenía fondos reservados para casos imprevistos y compró algunas casitas.

Su excelente padre, el abuelito amadísimo de todas las Esclavas a quien tuve el gusto de tratar y que por cariño así lo llamábamos “El Abuelito”. Era un hombre honradísimo, verdadero modelo de cristianos, generoso y caritativo sin igual, muy trabajador y sin ningún vicio pues ni siquiera fumaba. Siendo en hombre valientísimo era muy dulce y amable en su trato con la sencillez y docilidad de un niño, con cualidades tales este venturoso matrimonio siempre dio buen ejemplo y excelente educación al niño que correspondió admirablemente a los afanes de sus padres.

Su madre, rectísima para educarlo lo amaba al mismo tiempo con inefable ternura y el dócil niño que hasta en la mirada la entendía, fue obedientísimo y amante con ella toda su vida.

Tenía pensamientos muy altos y desde pequeñito, en la edad en que aun iba a la escuela, todo le parecía pequeño, veía los mas grandes edificios y pensaba que eran chicos. Se decía: yo hare otro mas grande. Que verdad tan cierta, sin darse cuenta pronunciaba una especie de profecía; pues iba a hacer espiritualmente la grandiosa obra de la Esclavitud y por ella edificios realmente mas grandes que los que veía; puesto que al poco tiempo de empezar la Congregación, el año 1903, termino el Templo de la Divina Infantita en México.

Aprendió a leer muy chiquito en la escuela de un señor Don Enrique Cabeza, luego siguió en la de D. Felipe Navarro donde termino la primera enseñanza siendo de nueve años. Sus juegos eran muy inocentes con los cuales su Santa Madre se recreaba: consistía en hacer altarcitos y funciones en su capillita, de la que él solo era cura, organista, campanero y todo. Sus perrillas las gastaba en comprar santitos y Animas del Purgatorio, etc. A correr y saltar nadie le ganaba. Este estado de inocencia y sencillez no lo perdió por haber entrado al Instituto. (Este párrafo esta tomado de una carta de la M. Sor Jesús de las Puras de Almería)

A esta edad iba alas casas de comercio, sin que nadie se lo dijera, y preguntaba con toda formalidad: ¿Necesita Ud. un dependiente? –Había quien le preguntara: ¿Dónde esta el dependiente? Pues al verlo tan pequeño no creían que lo preguntaba por él. Pues yo _contestaba muy gracioso. Por fin hubo en D. Francisco, dueño de una tienda de Quincalla que lo recibió y ahí estuvo interno sin salir para nada, trabajando como un hombre y siendo tratado inicuamente con toda injusticia; pues no había día que no le diera varias palizas o por lo menos una.

Para que se vea la iniquidad de los amos y la bondad del niño, basta saber que lo hacían subir cosas muy pesadas, como camas de hierro a grande altura y por escaleras dificilísimas. Sus virtuosos padres que lo amaban con locura, solo por permisión divina pudieron pasar por el gran sacrificio de separarse de su hijito.

Cuando los demás dependientes se iban a sus casas los domingos y días de fiesta, él se quedaba solo y se subía al terrado de la casa. Así paso los dos años trabajando, sufriendo a solas y callado pues nunca le dijo a su padre cuando le iba a visitar, que lo maltrataban. Su mamá, por delicadeza, jamás lo iba a visitar, sino que se conformaba con pasar por la puerta para ver a su tesoro y él ni cuenta se daba muchas veces. Cuando yo tenia once años, a fuerza de trabajos y sufrimientos, se había hecho un hombrecito con bastantes fuerzas y muy desarrollado. Tal vez el que saco de aquella vida de trabajo tan rudo durante dos años, fue su gran desarrollo y fuerzas superiores a su edad; y espiritualmente gran amor al sacrificio y costumbre de vencerse. El motivo de su salida de aquella cárcel de tormentos que voluntariamente sufría, demostrara una vez mas la iniquidad de aquel amo y la extremada prudencia del niño. Un día le pego de tal manera que le señalo la cara y así lo envió a un mandado. La Providencia que guiaba los pasos de su elegido, hizo que se encontrara con su buen padre, que apenas lo vio de esa manera y supo la causa, se puso como un león y fue a quitar a aquel hombre bárbaro, el tesoro de que se había aprovechado aquel tiempo sin conocer la alhaja que poseía.

En este paso de su vida se ve claramente la Providencia que así quiso preparar a este Santo para los destinos que le tenia señalados. Entonces el buen padre ve que prepararan al jovencito para la carrera de Telégrafos en la escuela de D. Manuel Arnés (gran Calígrafo) pero descubrieron desde luego la magnifica inteligencia que tenia el joven


- I  -

COPIA LITERAL DE UNAS PÁGINAS
ESCRITAS POR EL EN CASA DE TACUBAYA.

“Hombres amadores de las cosas de la tierra, que solamente sentís en vuestros corazones los frutos de los amores terrenos; si por acaso llegaran a vuestras manos estas líneas que pretendo escribir no las leáis; porque sin duda que vuestros pensamientos a lo menos las profanan con mas razón que si leyerais los castos idilios del Cantar de los Cantares” cuyos amores por ser ciertamente del Esposo Divino y de la Esposa Santa y viceversa, tienen fuerza en si misma de inspirar la mas cética pureza. Pero si aun queda, oh hombre, un rastro de amor santo en tu alma, si aun eres capaz de creer que en el mundo puede haber amores puros, amor casto de padre y limpísima virginidad filial, entonces sí; prosigue esta lectura, en ella aprenderás los sacrificios que conservan y acrecientan los espirituales amores de un alma de una parte salida del fango de la miserable prevaricación, y de otra sonrosada como la inocencia, blanca como el candor de la pureza y rubicunda como el encendido fuego del divino amor; sigue adelante y aprenderás los frutos de los castos amores de las almas y las delicias que guarda el Señor para los que amándose en El, sacrifican todos los gustos y regalos del amor sensible, que son los únicos que sabe dar a gustar el mundo, para buscar la gloria de Dios y la santidad propia y la salvación de las almas. Oh hombres, venid, venid, y veréis cual es la vida del alma, venid y veréis que no solo de pan vive el hombre. Gustareis la vida del espíritu, vida para tantos desgraciadamente desconocida  y para todos siempre nueva; viviendo esta vida gustareis y veréis cuan suave es el Señor y seréis iluminados con la luz verdadera  que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Oh bendito Espíritu de santidad que haces del hombre terreno hombre celestial. Oh ángel de la pureza que transformas en ti a tantos de los hombres que nacen hijos de ira. Oh fuego del amor y del sacrificio que todo lo purificáis, extended sobre mi vuestras vigorosas alas y entre ellas hacedme aspirar los efluvios del Paraíso de vuestros encantos, para que puedan admirar los hombres los límpidos fulgores de los múltiples tornasoles de la lumbre de la fe y saboreen las inefables delicias de los místicos amores.

- II -

Gracias, gracias Soberano Señor Omnipotente, gracias. Mi alma te adora como a Dueño Soberano de todo lo criado. Luz de los soles y armonía de los mundos, tienes la tierra por escabel  de tus plantas; en ella has colocado al hombre hecho a tu imagen y semejanza, rey de todo lo visible y adornado de las inefables gracias de la justicia original según correspondía a la santidad suma por naturaleza de tu Verbo Divino hecho Hombre, y a la santidad suma también, pero por gracia de la Niña Divina, que habíais de crear para que fuera su Madre Inmaculada y Virgen; y porque El y Ella son los arquetipos divinos de todo lo criado, en Ellos te alaban todas las criaturas por ínfimas que sean y sin Ellos no te alabaran ni los encendido serafines.

Todo te es agradable en Ellos y sin Ellos nada te complace, lo que a Ellos se une esta ligado contigo, lo que de Ellos se aparta parece como si de algún modo no te perteneciera. En Ellos te glorifican los cielos y te bendicen todas las obras de tus manos porque criadas todas las cosas del Universo por Ellos y para Ellos suben siempre a Dios y perseveran en su santo servicio. En esta gloriosa servidumbre de los hijos de Dios, los hombres que se apartan de su servicio abusan de su libertad, parecen. Los hombres que en Ellos te alaben y sirvan vivirán eternamente, los que no quieren soportar el suave yugo y la carga ligera que Ellos nos enseñan, eternamente apartados de El maldecirán su Soberano Nombre tres veces santo, no serán del numero predestinado, no quisieron ser santos, en esta vida despreciaron la ley del Señor.


- III -

Gracias, gracias mi Dios, mil veces gracias, dulcísimo Señor de las misericordias. ¿Quién expresar pudiera, Soberano Rey de mis amores, las delicias de tus bondades? Corrieran los hombres a Ti como el ciervo herido a las fuentes de las aguas, si ellos te conocieran. ¿No fuiste Tú por ventura Señor, el que al contacto de tu suave mano de Buen Pastor me atrajiste hacia Ti? ¿No curaste mis heridas y corrompidas llagas y lavaste cariñoso las múltiples miserias de mi corazón con la Sangre Preciosa que brotaba de tu mano divina agujereada por el punzante clavo de mis negras ingratitudes? Aun recuerdo los repugnantes fantasmas de mis inquietudes, horribles injurias para Ti y tiranos señores de mi vergonzosa esclavitud. ¿Cómo olvidar Jesús Divino y buenísimo Pastor de las almas los raudales de ardientísimas lagrimas que hiciste rodar por mis mejillas enrojecidas por el carmín de la culpa? Aquellos días de lágrimas fueron Divino Jesús mío los días de la paz, colmados de las bendiciones del cielo. Tu veniste a buscarme Pastor santo, bajaste hasta lo ínfimo de  mi pecado, y me elevaste a lo supremo de la gracia. Cuando la consideración de tu mano llagada derramando sangre me hizo prorrumpir en lagrimas ante aquel tu pequeñito rebaño que escuchaba mis palabras de sacerdote pecador, mi alma se conmovió con pena inusitada, y de mi pecho que rebosaba amargura se escapo una y mil veces gemidos de dolor mas intimo, que pedía clemencia ante Ti Pastor Divino, Tu me abrazaste mientras yo te pedía justicia para mi culpable. Tu me regalaste con la armonía de tus inspiraciones, y me confortaste con los manjares de tu fortaleza, entre tanto que yo ardiendo en deseos de venganza contra mi mismo, convertía las mas duras austeridades en mi único consuelo.

- IV -

Un día por fin, Señor, hiciste que resplandeciera ante la tormenta de mi alma, que con tanta vehemencia había reconocido su ingratitud el suavísimo iris de la paz… Ella alumbro las tinieblas de mi alma, por tanto tiempo sentada en las sombras de la muerte. Entonces fue para mí la esperanza del perdón mas cierta, y sonrió mas consolador el día de mi amistad contigo Jesús mío. Me parecía sentir Pastora Divina de mi alma, que Tu me colocabas como el pequeñuelo hijo de tus amores, en tu blando regazo maternal que me estrechabas en tu pecho, para que yo sintiera arder el fuego de tu casi infinita caridad, y que al sonreír de tus labios, expresando delicias celestiales estampabas ósculos de angelicales delicias en mi frente, todavía ennegrecida por el ardiente sol del vicio. Cuantas veces sentí que tus manos purificaban  mas y mas mi alma, arrancaban con ternura de mi corazón de carne, sus menguados afectos y sus inmundos apegos. Con cuanta solicitud maternal me acostumbraste  a levantar los ojos de la tierra al cielo. El habito de lo terreno, y la vergüenza de mis iniquidades, me inclinaban hacia abajo; pero el aroma purísimo de tu candor virginal, la suavidad de tus sacrificios, el arrebol de tus hermosos amores, me hicieron sentir deseos de vivir siempre a tu lado; de amarte  siempre; y por este deseo sentía mi alma, que cada vez que me purificaban  me acercabas mas a Jesús, y que de día en día rogabas mas por mi al Señor de la Gloria; y así levantándome en los brazos de tus amores hacías del hombre terreno un hombre celestial. ¿Cómo olvidar Señora de mis amores, los encantos de aquellos días que, si tenían penas, eran como el albor de la sonrisa de los santos al despertar a la vida de la gracia?

¿Cómo olvidar la suavidad de tus amores?

En el recogimiento de aquella iglesia pobrecita donde reclinaban Jesús Sacramentado y la Inmaculada Reina de los Cielos, Tu solo puedes saber Señora, lo que me hiciste sentir, pensar y amar. Que placidas pasaban aquellas horas en que mi alma fortalecida por las oraciones de tantas almas que me amaban clamaban sin cesar al cielo, y en las que Tú me sonreías, con encantadoras esperanzas y me iluminabas con los suaves destellos de la aurora de un día que había de empezar lleno de maravillas divinas. Los ardientes suspiros de los apóstoles, con las admirables locuras de los mártires, embestían mi alma, y cuando esta hubiera prorrumpido tal vez, en verdaderas locuras del amor incipiente, Tu Reina hermosa de mis amores, desde aquellos días volvías a sonreírme y convertías en gratísimo edén, el pobrísimo compas de aquel convento de Concepcionistas, humilde cuna de mis primeros amores celestiales. Que deliciosos pasaron aquellos días del mes de Mayo, entre los infantiles sobresaltos de mi alma de niño en la vida espiritual que a todas horas se cree sorprendido, por todos lo que le rodeaban. Me parcia que todos los que se acercaban a mi, o me miraban de lejos, repetían a mi oído o retrataban en su mirada la triste historia de mis pecados. Yo corría sobresaltado a tu regazo para llorar mis crímenes, como rapazuelo a quien hubiera cogido con el hurto en las manos; pero entonces Tú Madre de las misericordias, mientras me hacías sentir que estaba perdonado me enseñabas no solo a reconocer mis pecados, sino también a confesarlos, hermosa fortaleza de mi pecho. Tu me hiciste sonreír plácidamente al pensar que todos conocían mis miserias; y mas me hiciste, mucho mas, dulcísima Pastora, no quisiste que les faltara el mas firme testimonio de la verdad de mi vergonzoso pasado y aquel día de tanta felicidad, aquel día en que el mundo todo, de un modo especial te ofrece ambientes embalsamados de perfume de todas las flores del mes de Mayo, aquel día tan feliz recuerdo, Tu misma Reina mía. Tu misma ¿lo recuerdas? Pusiste en mis labios el testimonio de mis prevaricaciones.

- V -

Que hermosos días aquellos de mi soledad. Si entre el bullicio de los hombres me sentí menos hombre, cuando hui de estos, debí sentir, que era mas hombre. Y así fue, me sentí mas hombre, por el amoroso temor de Dios, y por las constantes ansias de cumplir los divinos mandatos. Yo había vilipendiado la ley de Dios, y yo la debía honrar en adelante con la adhesión  mas perfecta. Todo cumplimiento de la divina voluntad me parecía escaso, a donde quiera tornaba mis ojos, para encontrar en algún aprisco de la vida religiosa la hartura de mis deseos.

La gratitud me hizo volverlos a la Religión de Santo Domingo, mi amadísimo santo, pero fue en vano, yo tenia a mas de las cargas escandalosas de mi alma, otra carga pecuniaria y era difícil que con esta pudiera pasar a donde viven los pobres de Cristo.

Otro mi amigo solicito también lugar para mi entre los Carmelitas Descalzos, de la Providencia de Valencia, que se acababa de formar entonces, y tampoco fue posible encontrarlo. Esto no obstante la mejor simpatía de mi corazón estaba en la Compañía de Jesús.

A la sazón Dios me había hecho pensar, algo que debía hacer de mi un loco de Cristo, un grano de trigo arrojado a la tierra fecunda de la Católica Iglesia para dar frutos. ¿Quién lo pensara Pastor Divino? Donde quieres y cuando quieres, inspiras Espíritu Soberano de los amores. Tu renuevas la faz de la tierra y del fango cuando quieres, haces surgir el verde musgo, y las pintadas flores, que tapizan la pradera y embalsaman el ambiente de los campos. Los esfuerzos de la gracia para santificarme no podían pasar desapercibidos, a lo menos para los que me rodeaban, y esto me ponía en condiciones de que alguien que me conociera me abriera las puertas de algún redil religioso. Yo no quería vivir como un sacerdote secular, sentía dentro de mi, tal ansia de ayudar a los sacerdotes que trabajan en los pueblos, que cuanto me imaginaba me parecía poco para este fin. Había conocido tan perfectamente los peligros del Clero Secular, por propia y ajena experiencia, que deseaba yo defender de todos ellos a los pobres párrocos sobre todo. Salvos estos los demás quedarían salvos con ellos. Profundamente sentía mi alma, los reproches que de propios y extraños tantas veces son objeto los párrocos. Algunas veces llegué a pensar que el Clero Parroquial debía ser el salvador del mundo en la terrible revolución actual, y con toda mi alma acariciaba la idea de tomar parte en esta lucha, pero ¿Cómo? Como simple soldado que lucha sin temores a la orden de expertos generales. Y ¿Cuáles debían ser estos? Los mismos que el Rey de Reyes ha colocado para que presidan y gobiernen su Iglesia. Obedeciendo a los Prelados con voto de Obediencia ellos confiaran en sus soldados, y no temerán entrar en la lucha, y obedeciendo del mismo modo a los párrocos, grandes subalternos de la Villa del Señor, ellos nos miraran con prevención al pobre y humilde religioso que se les sujeta con respetuosa sumisión y amor filial.



VI

Pero el que acaba de salir de la abyección del pecado; el que a la sazón  era un niño de 28 años, si mas no recuerdo, imposible que tuviera alientos para pensar que Dios quisiera valerse de él para llevar a feliz termino tan gigante empresa; y esto hizo nacer en mi alma dos ideas, tan paradogicas como providenciales; había nacido la una para mi graciosa y llena de encantos; pero espontanea y que desde los primeros días de mi conversión, formaba como el ideal de mi vida, el blanco de todas mis miras y la fuerza de todas mis resoluciones. Ningún sacrificio  propio me parecía suficiente y todo esfuerzo me parecía escaso para ponerme en condiciones de servir con voto de Obediencia a los Obispos y Párrocos y acomodar a esta servidumbre de divinos amores el dulcísimo nombre de Esclavo de la Inmaculada. Nada podre yo hacer, me decía a mi mismo, por otra parte, para realizar la Esclavitud; yo necesito un hombre, me dije, que me quiera mandar, yo seré de este modo el primer esclavo. No tengo hombre, clamaba yo sin cesar en el fondo de mi alma; y lo repetía una y mil veces a las monjitas de que Dios se valió para sacarme a la vida de la gracia. No tengo hombre, y ¿Quién será este hombre y donde encontrarlo? En esta lucha interior de querer ser Esclavo y de querer encontrar el hombre que capitaneara la empresa, pasaron aquellos inolvidables días que mediaron entre la Dominica del Buen Pastor de 1895 y la Cuaresma de 1896, ¿Cómo olvidar de aquel año la fiesta de la Ascensión, la Santa Misa de aquel día y aquellas palabras que se grabaron en mi alma con indelebles caracteres? Ya han pasado diez años y todavía las recuerdo como si hubieran de ser mi tabla salvadora en las borrascas de mi vida. La Santa Misa de aquel día debía durar de las doce a la una, había tiempo para todo; aunque Dios no necesita tiempo para cosa alguna, durante esta hora las Religiosas cantaban Nona en el Coro. El ambiente estaba perfumado por las flores del altar y la riqueza de los ornamentos anunciaba el resplandor de la fiesta soberana del día. Creo que comencé la santa Misa con el recogimiento de los santos, yo no quería salir de él, pero cuando había acabado de alzar, como si me hubieran hablado muy quedo para no hacerme despertar de improviso, oí vigorosamente estas palabras: “Misericordiae tuae multae, Domine; secundum judicium tuum vivifícame me” Aquella palabra misericordia hizo en mis oídos la suave impresión del son que nace, y haciéndome salir de mi ensimismamiento vi entonces con toda claridad: - Multi qui persequentur me, et tribulant me a testimonio tuis non declinavi. Bien puede ser Jesús mío que hasta hoy no me hayan perseguido ni atribulado los que Tú sabes lo han de hacer, pero ay, Señor yo no puedo dudar que tantas veces quebrante tus mandatos que mi ingratitud no tiene nombre y tu misericordia ha llegado en mí sobre toda misericordia. (Aquí refiere el sacrificio que hizo en este día a la Santísima Virgen, que no lo dice él; pero que lo supe por la R. M. Ma. de Jesús que intervino en ello y fue así):

Desde pequeño fumaba sus cigarrillos a escondidas de su padre; y siendo ya sacerdote era costumbre en él, pero jamás fumaba antes de celebrar. Como es este día celebro tan tarde, estaba ansioso de fumar el cigarrillo acostumbrado de después de la Misa y así se lo manifestó a la R. M. Sor Jesús (que era la sacristana entonces) hablando por el torno de la sacristía. Ella tal vez por inspiración divina le dijo: ¿Y no lo dejaría Ud. Por la Sma. Virgen? Refiriéndose al cigarrillo de aquel momento. Entonces él con ardiente fervor dijo: “Por Ella todo”. Y en el momento dejo no solo aquel cigarro sino el tabaco para siempre. Sigo la narración suya.

¿Recuerdas Reina mía los días de tu Transito y Asunción? ¿Y aquella oculta novena de tu Natividad, en la que hacia yo una platiquita a las monjas después de cenar? ¿Y aquel día de tu Inmaculada Concepción? Tú hablabas a mi alma Señora mía, Tú sabes como, yo solo se que cada día me eran mas suaves y apetecidas las cadenas de mi amorosa Esclavitud hacia Ti y que ante mis ojos lucia mas y mas esplendoroso el sinnúmero de triunfos ganados al mundo por los hijos obedientes de la Esclavitud.

- VII -

Con el ardiente deseo de ser Esclavo y la esperanza de encontrar un hombre capaz de esclavizarse con lazos de divinos amores, pasaba yo mis días viviendo en el cuartito del portero del convento y compartiendo con los pobres la abundante comida que generosamente me daban aquellas mis buenas monjitas, a las que siempre he llamado: Las monjas de mi convento. Págueles el Señor con gloria a la santa M. María Isabel el sin cuento de favores que hizo a mi alma y cuerpo y a aquella su hija que fue el principal instrumento de mi conversión, cólmela el Señor de bendiciones. A esta ha llamado siempre mi Madre, y de aquella fui el regalado nieto.

Los efectos de amor superaran con mucho los favores; más que estos nos ligan aquellos. Aquel cuartito fue el testigo de mis primeros amores. Allí había empezado yo unos días de santos Ejercicios para prepararme a la Cuaresma de 1896; ese mismo día me fue a visitar el que a la sazón era Superior  (Operario Diocesano) en el Colegio de vocaciones eclesiásticas de San Juan en Almería.

Dios quería darme mediante este hombre los medios necesarios para llegar a la Esclavitud. Y así fue en efecto. En aquella providencial visita pude yo entender que a pesar de todas mis cargas me admitirían los Operarios Diocesanos en su seno; y sin entender yo mas, exclame al mirarme súbdito del santo Fundador de los Operarios: He aquí mi hombre. Aquellos días de santos Ejercicios los encamino el Señor a penetrarme mas y mas de que había encontrado mi hombre y confirmada esta creencia por todas las personas que me rodeaban decidí a solicitar mi admisión entre los Operarios mediante aquel mismo Superior D. Felipe Tena, que me hizo conseguir mis deseos sin inconveniente alguno porque era persona, con justa razón muy considerado por el P. Fundador de los Operarios.


- VIII -

Aquel mismo año de 1896 en los primeros días del mes de agosto; marche para Valencia donde debía reunirme a los que habían de ser mis hermanos con el fin de hacer santos Ejercicios que terminarían en día de la Asunción de N. Señora. Cuando ya me consagre para trabajar como Operario Diocesano no conocía la Regla no se me había ocurrido conocerla. Yo era Operario por que allí estaba el hombre que seria capaz de hacerme Esclavo. Así lo creía yo firmemente. Todo lo que no fuera esto, no me preocupaba. Terminados los Santos Ejercicios, el P. Fundador de los Operarios, a quien todos daban el nombre de D. Manuel me entrego su Regla para que la leyera, y encontré en ella que trataba de unos Operarios en Ministerio, que habían de ser los que ayudaran a los sacerdotes ya formados en los trabajos de sus parroquias. Yo seré uno de estos ayudantes, me dije entonces. Este buen D. Manuel se convencerá algún día de que el modo mas eficaz de prestar esta ayuda es haciendo voto de Obediencia  al  Prelado Diocesano y al Párroco mientras se trabaja con él y entonces habré encontrado el espíritu de la Esclavitud que tanto amo. Terminada la lectura fui a ver a D. Manuel, me pregunto que me había parecido la Regla, y bien me acuerdo las palabras que le conteste: Yo daría mi vida le dije, por esos Operarios en Ministerio de que me habla Ud. Y todavía repetiría la misma promesa, si tuviera la esperanza de que tales Operarios harían voto de Obediencia según ya he dicho. Hoy humanamente pensando toda esperanza de llegar a tal fin esta perdida, no se si mis pecados; no se si, por que Dios no haya querido dar esta gracia a los Operarios; o si porque no siendo voluntad de Dios que haya Esclavos en el seno de la Congregación de los Operarios, cuando El me puso en condiciones de llevar a cabo la Esclavitud, me arrebato del seno de ellos. La santidad de D. Manuel abonaría la verdad de la ultima opinión, y aunque la multitud de mis pecados es sobrado motivo para temer que la ira de Dios descargue sobre mi en cualquier sentido, no obstante, los caracteres de esta fecundidad que muestra la Esclavitud al nacer y las fuertes persecuciones que ha tenido que resistir en sus principios, con tal feliz éxito que los mismos perseguidores quedan confundidos, me da derecho a pensar que la Esclavitud es obra divina y que esta colocada en los caminos de Dios, ¿Cómo hubiera yo podido resistir los formidables ataques de muchos hombres buenos y hasta de episcopal influencia, pesando sobre mi la nota de ese y mas que esto la acusación terrible de abandonar la que todos creían mi religión, por el cariño bastardo de una mujer? A Dios solo la gloria de la defensa y al santo instrumento de que se quiso vales: El Iltmo. Rvmo. Sr. Obispo de León de México Dr. D. Leopoldo Ruiz y Flores. V. S. Ilma. Fue la mano fuerte que defendió la Esclavitud y no solo la libertasteis, hicisteis mas; a cada nuevo triunfo que le hacíais conseguir la levantabais mas esplendorosa ante sus propios enemigos y la mostrabais cargada con un nuevo botín de la victoria. Gracias Ilmo. Sr. gracias. En nombre de la naciente Esclavitud de todos los tiempos, gracias. Todos los Esclavos de todos los siglos os honren y alaben delante de Dios como el verdadero Fundador de la Esclavitud. Todavía tenéis que trabajar mucho por la salvadora Esclavitud de la Divina Infantita. No os canséis Ilmo. Sr. Hagan los cielos que muráis siendo el invicto paladín de tan gloriosa Esclavitud. 


- IX -

Terminamos los santos Ejercicios y después de estar algún tiempo en Tortosa, donde residía D. Manuel, este me envió a Roma. Llegue el día 8 de octubre y después de visitar los sepulcros de los Apóstoles y de Pío IX partí para Trivoli, donde a la sazón veraneaban los alumnos del Colegio Español, entre los que ejercería el oficio de Vice-Rector. Casi dos años permanecí en Roma habilitando el Palacio Altemps, donde se hallaba instalado el Colegio Español merced a la generosa munificencia del sapientísimo León XIII. Estudio, y austeridades fueron mis ocupaciones favoritas. Algunos días de santo Retiro hecho con los alumnos, dieron por resultado algún provecho espiritual, hubo algún alumno que debido a mis platicas, según dijeron, se dejo puesto por varios meses un cilicio en una pierna y si el hedor que despedía por la corrupción no lo hubiera delatado, quien sabe hasta cuando hubiera resistido tanta mortificación. Después este alumno fue Jesuita. Allí conocí no pocos alumnos que daban indicios de ser mas tarde valientes apóstoles del Reino de Cristo. Ahí se saturo Cuenca de la Esclavitud oyéndome suspirar constantemente por ella, enaltecerla y elevar votos constantes al Cielo, para conseguir algún día que D. Manuel me hiciera Esclavo y leyendo sin duda alguna carta, a lo menos de las que escribía yo a D. Manuel y en las que siempre le manifestaba mi único deseo. Muy rara será la carta que yo haya escrito mientras fui Operario, que no trate directa o indirectamente, al principio o al fin de mi amada Esclavitud; y aunque ya no me llamaba Esclavo sino Operario en Ministerio, no cambio sino de nombre; que al fin y al cabo, me dije después de no poca lucha, los hombres no hacen tanto al caso. Esta correspondencia es evidente testimonio de que Dios no ha permitido en su infinita misericordia que yo cambie de vocación.

Esclavo de la Inmaculada u Operario en Ministerio, mis únicas ansias era ser religioso que hiciera voto de Obediencia a los Sres. Obispos.

- X -

En agosto de 1898 volví a Valencia y después de estar dos meses en el Seminario de Toledo, partí para México  el día 26 de noviembre del mismo año en el Vapor “Ciudad de Cádiz” que zarpo de Barcelona. El mismo día del Nacimiento de N. Divino Jesús llegamos a México. Hay fechas que no se olvidan y estas dos jamás se han borrado de mi memoria. No parece sino que en ellas se expresa que el que empezaba un viaje de apóstol con la graciosa esperanza que encierra la fiesta de los Desposorios de Sr. San José y de la Inmaculada Virgen, llegaba a México para encontrar en Jesús nacido el fruto cierto de sus esperanzas.

De cualquier modo que sea, Jesús mío, mi alma no sabe expresar la gratitud que siente por haberle concedido la gracia de traerme a esta tierra Guadalupana santificada por las plantas de María y donde Tú quieres que tenga su segunda cuna al nacer para el mundo la Inmaculada salvadora de las almas, por el conocimiento de los inefables misterios de la niñez de María representados en su imagen de Divina Infantita.

- XI -

De harto contentamiento fue para mí la llegada a México. Los dos años de mi permanencia en Roma habían sido un continuo deseo de venir a México.
Aun recuerdo mis ideas al Colegio Pio Latino Americano, a donde iba cada ocho días para dar clase de español a los alumnos de los que habían sido Américo-españoles en su mayoría mexicanos. Cuando iba a este Colegio rogaba al Señor que me trajera a México, cuando estaba entre aquellos alumnos mi corazón sentíase feliz. Yo no sabia por qué; pero de tal manera desee yo mi venida a México, que cuando por mediación del actual Sr. Obispo de León ya mencionado, entonces Abad de la Colegiata de N. Señora de Guadalupe, se convino en Roma por los Operarios y por el Sr. Obispo de Chilapa, hoy primer Arzobispo de Puebla, nuestra venida a México, ninguno de los Operarios dudo que yo era el candidato indiscutible para esta bendita tierra guadalupana. ¿Quién pudiera adivinar el por que de mis ansias y el fin de mis deseos? Nadie, ciertamente nadie, Dios solo conoce lo futuro  como lo presente y que dispone las cosas con suavidad para llegar a los fines que pretende, pudiera manifestarlo y no dejo de hacerlo en una carta que escribí al Director del Colegio Español en Roma felicitándolo el día de S. Benjamín su fiesta  onomástica. Era yo todavía Vice-Rector del Colegio Español en Roma y sin saber por que mi ocupación con México sería el culto del Santísimo y sin embargo esta era la fingida excusa que daba  en la carta y que yo suponía escrita desde estas tierras, suplicándole que me dispensara la también supuesta tardanza en felicitarlo. Misterios de Dios. El que hace que el hombre sin darse cuenta de lo que le sucede presienta muchas veces lo que esta por venir.

- XII -

El día 26 de noviembre de 1898 como ya he dicho, salimos de Barcelona tres Operarios acompañados de dos sacerdotes que en calidad de auxiliares, ingresaban a las filas de los Operarios Diocesanos. Uno de estos con su hermano seglar desembarco en Cádiz, espantado por lo duro del viaje en sus comienzos. Cuatro sacerdotes llegamos a México, Dos marcharon a Chilapa a encargarse de aquel Seminario, D. Sebastián Bover director diocesano y D, Carmelo Blay, jovencito que apenas acababa de cantar su Primera Misa. Yo permanecí en un pueblito denominado San Joaquín muy próximo a México, donde a la sazón había un P. Jesuita, que ayudado por el Obispo de Chilapa trataba de fundar una Congregación de Misioneros  Guadalupanos. Desde San Joaquín vine a México para saludar al Sr. Ruiz, abad a sazón  de la Colegiata de Guadalupe, el 5 de febrero de 1899 en la Iglesia de San Felipe de Jesús, por que el predicaba ese día en la solemne función de aquel santo y en la que oficiaba de Pontifical el Sr. Obispo de Cuernavaca.

- XIII -

Aquella iglesia me dejo encantado. Hecha por un santo varón mexicano, tío carnal del Sr. Obispo de Cuernavaca, con el fin de que estando en ella N. Señor Sacramentado siempre manifiesto, los mexicanos pudieran acudir a expiar sus pecados y los de sus compatriotas, a duras penas apenas habían llegado a conseguir hasta entonces los señores albaceas del ya difunto fundador de dicha iglesia que hubiera una velación nocturna cada mes, y cuando mucho una Misa diaria, salvo algún saco extraordinario. Sentí deseos de aquella iglesia para los Operarios, y cuando termino el sermón y hable con el Sr. Abad de la entonces todavía Colegiata de Guadalupe, ya le insinué que los Operarios habían de tener una sección de Operarios Reparadores. Cuando volví a San Joaquín y dije a mi compañero mi pensamiento, se río de mi y me contesto: “Dirán que es Ud. Un ambicioso” – Si yo pidiera para mi – le repuse – tendría Ud. Razón; pero pido para una Congregación – Oré mucho desde aquel instante, hice Ejercicios Espirituales, y el mismo día que los termine fui a Guadalupe, a ver al Sr. Abad y como uno de los albaceas del Padre Plancarte, así era nombrado el Fundador de la Iglesia de S. Felipe de Jesús, le expuse mi deseo  y el Sr. Abad que estaba resuelto a favorecernos, y que había sido el primer motor de nuestra venida a México de tal manera dispuso las cosas que el día 2 de marzo de ese mismo año, es decir 26 días después de que conocí la Iglesia, envié a D. Manuel las bases con las cuales nos sería cedida dicha iglesia.

El día de Sr. S. José fueron recibidas por D. Manuel, y desde ese día, empezó para mí un camino de sufrimiento, que por la misericordia del Señor, no ha terminado todavía. Dentro y fuera termino la lucha. El Director Diocesano que ya hemos hecho mención, hizo cuanto pudo para que D. Manuel no aceptara la Iglesia, y uno de los albaceas se dispuso también a oponerse a que nosotros fuéramos los encargados  de S. Felipe. La oposición del primero, me hizo recibir cartas de D. Manuel muy duras. La del segundo me hizo recibir la primera injuria que he recibido personalmente. Gracias Jesús mío, porque me diste gracia para que sufriera el calificativo de embustero, que me dieron sin replicar una sola palabra.  

- XIV -

Entre tanto Dios disponía de tal modo las cosas que yo podía dejar a San Joaquín sin disgusto del Sr. Obispo de Chilapa, y trasladarme a S. Felipe como en efecto sucedió.

El Ilmo. Sr. Obispo de Cuernavaca me rogó diera Stos. Ejercicios a sus seminaristas. Ni el P. Jesuita que dirigía el Colegio de S. Joaquín, ni yo pudimos negarnos; y Salí para Cuernavaca aunque con gran disgusto de aquel, por que hubiera deseado que yo me negara, como cosa mía, al deseo del Sr. Obispo. Esta mala disposición del P. Jesuita la aprovecho el joven que había hecho de superior entre los demás alumnos, para ponerme en mal predicamento con aquel celoso padre que inmediatamente hizo saber a la Comunidad que nada tendría yo que ver con ellos a mi vuelta. Mi compañero me lo hizo saber a mi llegada, yo no hice la mas pequeña protesta; pero aquel buen padre instigado cada vez mas por aquel joven, escribió e hizo escribir al Sr, Obispo de Chilapa en mi contra lo que motivo que Ilmo. Sr. me llamase a Chilapa con un telegrama que llego a mi poder el día de la Dominica del Buen Pastor, la mas memorable fecha de mi vida.

- XV -

Permíteme Oh Dios libertador de los hombres, que este punto deje grabados los mas ardientes efectos de mi pecho, para darte gracias, porque en esta ocasión que fui a Cuernavaca a dar Ejercicios Espirituales a los seminaristas fue la primera vez que hice voto de Obediencia a un Prelado. Entonces vi que era factible el único deseo de mi alma. Gracias Dios mío, gracias. Y por haber sido el Ilmo. y Rvmo. Sr. D. Francisco Plancarte el primero que recibió de tan buena voluntad mi voto, no lo olvides, Señor, te lo ruego por la intercesión de la Divina Infantita, Reina y Señora de la Esclavitud.

- XVI -

El día 23 de abril llegue a Chilapa para empezar al otro día los sermones de la Novena en honor de la Santa Cruz.

A la mañana siguiente de mi llegada, el Sr. Obispo me hizo tal cumulo de preguntas que duro casi dos horas el interrogatorio. Desde aquella hora el Sr. Obispo, cada día se mostro hacía mí mas propicio. Mucho he agradecido siempre tantas deferencias; pero sobre todo que este Prelado fuera la ocasión de que yo empezara la carrera del apostolado. Que días tan felices. Mi predicación debió ser semejante a un torrente que se desborda, represada dentro de mi el ansia de predicar a los pueblos, como apóstol, desde aquel día venturoso  del Buen Pastor de 1895, hasta este tiempo, últimos días del mes de abril de 1899, no había yo podido romper la presa que contenía mis apostólicos deseos. Cuando predique y con cuanto fruto. Todos los sacerdotes de Chilapa, incluso el Sr. Obispo cogidos a las redes, no podían soportar tanto peso, Así me embriagaba Dios en el amor  de las almas. Gracias Dios mío. Movido por tales resultados sin duda el Sr. Obispo determino llevarme a misionar por los pueblos de su Diócesis.

- XVII -

El alma de apóstol de aquel Obispo, me inspiro confianza, y yo le hable de mi vocación y sobre todo del deseo capital que le informaba de hacer voto de obediencia a los Sres. Obispos y a los que representaran a ellos en todo tiempo y lugar. Entonces fue cuando yo escribí a D. Manuel una carta rogándole que me permitiera hacer voto de Obediencia al Sr. Obispo, y el me contesto otra en la que nada me decía de este asunto por lo que consultado por mí al Sr. Obispo me dijo: “Que tacet consentirá videtur”. A tal respuesta se siguió el voto de Obediencia, con él la felicidad única de mi alma en la tierra.

- XVIII -

El día 8 de junio de aquel mismo año, Salí acompañando al Sr, Obispo para Iguala donde debía dar mi primera misión con carácter de misionero. Todavía recuerdo con especial suavidad para mi alma las dos jornadas y media que hicimos a caballo. Media jornada hicimos hasta Apango en donde yo predique y el Sr. Obispo confeso. A otro día hicimos noche en Mexcala. No recuerdo haber sufrido dolor de cabeza mas intenso que el de aquella noche. Que grato me es el recuerdo de aquella camita de campaña del Sr. Obispo en que pase la noche. El día siguiente a las seis de la tarde llegábamos a Iguala, después de haber dado el Sr. Obispo testimonio de que es llamado con razón el apóstol de la Cruz, defendiéndonos toda la tarde con tan santo signo de una nube que amenazaba descargar sobre nosotros. Tuve por prodigio, que no nos cayera ni una sola gota de agua de aquella nube.

Gran número de sacerdotes esperaban la llegada del Sr. Obispo. Una vez que le saludaron, nos marchamos a la Iglesia y comencé aquella primera misión de mi vida que según todos no debía de dar frutos o darlos escasos, y que al fin nos regalo el Señor llenando la red, hasta hacernos temer que se rompiera. Así recrea el Señor a los que empiezan. Terminada esta misión pasamos a Tepecoacuilco, donde no fue menos abundante, y desde cuyo pueblo regrese a México para entrar por segunda vez en la iglesia de S. Felipe de Jesús, cuya posesión había quedado ya arreglada a favor de los Operarios antes de salir para Roma el Sr. Obispo de Cuernavaca, y el Sr. Obispo de León, entonces Abad de la I. Colegiata de Guadalupe, ambas albaceas de la testamentaria del P. Plancarte y por lo tanto de S. Felipe de Jesús.

- XIX -

Era el día 8 de julio de aquel mismo de 1899 cuando llegue a la iglesia de San Felipe de J. con mi compañero Dr. D. Vicente B. Nadal de los Operarios Auxiliares. El día 16 festividad de la Sma. Virgen del Carmen puse el Sagrario Deposito que por la misericordia de Dios aun permanece. Hasta octubre no salí de México. En este tiempo me ocupe en conocer la oponio que la sociedad religiosa mexicana tenia del Templo Expiatorio y era excelente, me convencí de que Dios era el que me había llevado a S. Felipe. Durante aquellos tres meses mi compañero y yo en nada fuimos gravosos a los Operarios. Ya confesaba yo algunas personas en San Felipe que fueron mi primer pequeñito rebaño, entre las que se contaba la que después fue la primera en seguir a la santa Fundadora de la Esclavitud. Durante esta mi primera estancia en S. Felipe. Sufrí mucho de parte de los que veían con desagrado nuestra estancia en esta iglesia y no menos por parte de los mismos Operarios.

- XX -

En los últimos días de octubre de 1899 Salí nuevamente para Chilapa, desde cuya ciudad me encamino el Sr. Obispo al lugar donde habían empezado unas misiones; D. Sebastián Bover y D. Carmelo Blay. En llegando yo, el primero se vino a México a descansar y con el segundo termine aquella mi segunda campaña apostólica. ¿Cómo olvidar este pueblo, su celoso Párroco D. Rafael Rayón y aquellos simpáticos feligreses? Allí fue donde por primera vez hice votos de Obediencia a los Sres. Párrocos dándose siempre gracias en relación con el fruto que por su infatigable celo y recogimiento en aquella ocasión. El pueblo en masa rodeaba los confesionarios después de haberse resistido hasta para oír la divina palabra. Los consuelos del fin fueron tantos en aquella misión, que superaron con mucho las penas del principio. Mas por muchas y grandes que hubiera sido las penas como hubieran llegado nunca a merecer recibir del Sr. Obispo una carta cuyo principio dice así:

“Con mucho gusto he leído su atenta carta y apruebo con todo mi corazón que haga Ud. El voto de Obediencia a los Sres. Curas. Esto además de ser muy agradable al Señor, servirá de mucha edificación a mis pobrecitos Párrocos”.

Gracias Dios mío, gracias nuevamente por este señalado favor recibido de tu generosa mano. Cualac, Huamuatitlan y por fin Tlapa, fueron los pueblos que recorrimos en esta ocasión. En el segundo de estos pueblos nos recibió el Sr. Cura muy mal; pero cuando le hice mi amado voto de Obediencia quedo cambiado y muy de parte nuestra.

Que abundantes  fueron los frutos, para el cumplimiento de la voluntad de Jesús. (Diré yo para gloria de Dios, por que dice Nuestro Venerado Padre que en Huamuatitlan los trató muy mal al principio el Sr. Cura. Llegaron los dos misioneros a medio día rendidos de cansancio pues habían caminado muchas horas a caballo; y al presentarse delante del Sr, Cura sudorosos, llenos de polvo, con la suciedad propia de tan largo camino les dijo: “¿Uds. son los misioneros que vienen a dar la misión?” y sin ofrecerles siquiera agua para lavarse las manos, saco de una cajonera un roquete, que le aventó a N. Padrecito diciéndole: “Vaya Ud. A predicar”, -indicándole por donde quedaba el pulpito. La Iglesia estaba sin mas auditorio que las bancas; sin embargo N. S. Padre subió al pulpito dispuesto a predicar, y a ese tiempo entraron una viejitas que iban de paso, a ellas les predico y les exhorto y rogo que dieran aviso por donde fueran pasando de que ahí estaban dos misioneros esperando almas que oyeran la palabra de Dios y aprovecharan las copiosas gracias que por medio de ellos les mandaba N. Señor. Bajo del pulpito, y se acerco al Sr. Cura y arrodillándose a sus pies le hizo el voto de Obediencia, con lo que aquel pobrecito sacerdote quedo no solo edificado sino avergonzado de su conducta y completamente cambiado). Sigo su narración.

- XXI -

Ya estaba la parroquia de Tlapa, muy en camino de producir abundantísimos frutos cuando recibimos con carácter de irrevocable, un telegrama del P. Director que nos mandaba abandonar la misión y marchar inmediatamente para Chilapa. Anunciamos al pueblo que a la mañana siguiente nos habíamos de marchar y que durante aquella noche estaríamos en el confesonario, mientras hubiera personas que confesar. Multitud de fieles rodeaban los confesonarios. Muy avanzada la madrugada pudimos descansar un rato. Dios sea bendito.






-XXII -

Muy pesadas fueron las jornada que hicimos desde Tlapa a Chilapa. Cuando llegamos a esta pude saludar a mi hermano, que con la segunda expedición de Operarios había llegado para el Seminario de Chilapa. Al día siguiente salimos para México.

El P. Carmelo debía quedarse en el Seminario de Cuernavaca y yo en la Iglesia de San Felipe de J., a pesar de los deseos de los Operarios, que de buen grado, me hubieran alejado de este punto; pero cuando Dios quiere, lo que no hacemos por amor lo hemos de hacer por la fuerza, y así sucedió esta vez. La necesidad apremio de tal modo a los Operarios que venían para trabajar en S. Felipe, que ellos fueron los que con sus telegramas llamándome a México, obligaron al Superior a dirigirme el telegrama, que nos hizo suspender la misión en Tlapa.

- XXIII -

Era la noche del 3 de enero de 1900, cuando llegué a S. Felipe. El día primero de este año lo había visto nacer en las cumbres de las montañas  que dan acceso desde Chilapa al pueblo de Apango. Dormimos en una choza. Que hermosa noche. Nunca la he olvidado y siempre recuerdo con jubilo del alma, las alabanzas que dirigimos al Señor, cuando despertando a media noche saludamos al nuevo año con el “Sit nomen Domini Benedictum ex hoc nunc et usque in secula” del Real Profeta. La noche del 3 fue de saludos. El 4 amanecí nuevamente eb el confesonario de S. Felipe, y desde ese momento empezó la verdadera campaña de trabajo en el Templo Expiatorio.

- XXIV -

Dios que da el incremento de las obras santas hizo prosperar cuanto se trabajo en la Iglesia de S. Felipe. En junio de aquel mismo año, había ya establecidas en este templo ocho horas de velación diaria a N. Divino Jesús Manifiesto, y ocho noches de velación mensual. Trabajamos como el que estrena sus fuerzas, en la primera lucha después de haber deseado la hora del combate. Tú lo sabes Dios mío, y mejor que nadie, Tú, porque tuyos fueron los abundantísimos frutos, que la obra de los Operarios recogió de aquel grandioso campo de operaciones. Desde S. Felipe se aliviaron todas las cargas que paseaban sobre el santo Fundador de los Operarios por razón de las primeras necesidades de la fundación misma. La obra de los Operarios recibió: Los Operarios Reparadores que aun no habían nacido y los recursos suficientes para la primera capilla de reparación que los Operarios han tomado en España. Por ultimo, bien cierto es que si los operarios no tuvieran esta tan rehusada tienda de campaña, tampoco tuvieran donde poner sus plantas en este bendito suelo mexicano. Nada han podido hacer, hasta ahora los Operarios en México que valga la pena de ser apuntado en su anales.

Hoy mismo 25 de abril de 1905 no pueden gloriarse de poseer mas casas que las que recibieron de mi mano; la iglesia de S. Felipe de Jesús y el Seminario de Cuernavaca. La perdida del Seminario de Chilapa y el Colegio de Puebla son testimonios que hablan a favor mío. Esto no obstante, los Operarios son mis mas decididos enemigos y acaudillados de que Dios quiere poner como instrumento de prueba en mi camino. No entienden todavía los Operarios que nuestra venida a México, mas que para bien de ellos fue para la Esclavitud a la que ya le había preparado Dios la criatura que debía ser la Madre de ella.

- XXV -

Dios le había preparado. Diez y nueve años antes, una sencilla señorita de la clase media mexicana, había sido escogida por Dios para ser el firmísimo sostén de la Esclavitud. Dios siempre igual a si mismo. “Infima mundi elegit ut confundat fortia”.
La hija de un honrado y anciano español y de una piadosa señora de Puebla, la hija del santo Rosario, como pudiéramos llamar a esta mujer santa, pues sus padres, en el deseo de tener una hija, todos los días a las 4 de la madrugada, abandonaban el lecho para rogar al Señor que les concediera se deseo, rezando los quince misterios del santo Rosario. Por este motivo cuando el Señor les concedió a los piadosos esposos la hija que le pedían, le pusieron por nombre María del Rosario. Nombre al que correspondió aquella niña rezando desde la edad de tres años los quince misterios, y habiendo sido toda su vida constante es esta practica, y en hacer que muchas la tengan y hoy de esta devoción a la Esclavitud con tantas instancias que bien pudiéramos llamar también a esta del mismo modo que a su Fundadora la hija del Santo Rosario.

- XXVI -

A principios de enero de 1900 y con ocasión de visitar por primera vez a una de las familias mas distinguidas de México, oi por primera vez hablar de la Divina Infantita, imagen en cuyo honor debía levantarse un templo y cuya primera piedra seria bendecida con extraordinaria solemnidad el día 15 del mismo mes por el Ilmo. Sr. Arzobispo de México. Quien pudiera pensar entonces, Reina Divina que el que se vio obligado a negar la primera gracia que le pidieron para Ti había de encontrar en tu pecho purísimo, el tesoro de todas las gracias, de manera que no se si atreverme a decir con mas razón que Salomon: “Venerunt mihi omnia bona pariter cum illa”.

- XXVII -

En el mes de marzo del mismo año, vi por primera vez a la Srita. Rosario Arrevillaga; me hablo de su imagen y me invito para que fuera a visitar a la Divina Infantita. Transcurrió hasta el día 2 de mayo, sin que nos volviéramos a ver. Este día nos encontramos en la calle, y aquella misma tarde fui a visitar por vez primera a la milagrosa imagen. Que pobre era aquella vivienda que albergaba a la Divina Infantita. Esto no obstante en la pieza que ocupaba la graciosa imagen, se notaban algunos rasgos de la grandeza que la apóstol de la Divina Infantita quería dar a tan excelsa Reina. Frente al altar que era sencillo, había un rico ropero, que guardaba los preciosos trajes, con biombos bordados formaban un corredor que daba acceso a una recamara; en este corredor estaba colocado el histórico piano de la Pordiosera de la Divina Infantita.

Mientras yo de rodillas oraba ante aquella rica imagen cargada de exvotos fabricados de perlas, diamantes, la entonces Srita. Arrevillaga tocaba el piano. Cuando termine mi oración y me acerque a la dueña de la imagen, dice ella que le dije: “Ruegue Ud. Para que los Operarios se encarguen de la Divina Infantita”.

- XXVIII -

Aquel mismo mes de mayo celebro la Srita. Arrevillaga una función a la Divina Infantita, en la que hizo coronar a todas las señoritas que la habían ayudado mas inmediatamente en el culto de la santa imagen. Quince señoritas en representación de los quince misterios del Rosario, colocaron a las plantas de la Divina Infantita, otros tantos corazones y después recibieron de mis manos una corona de flores, como si la Sma. Virgen Niña las premiara coronándolas. Nadie hubiera podido pensar que aquella fiesta era como el adiós que daba la Srita. Arrevillaga a todos los elementos mundanos que hasta entonces la habían acompañado en todos y en algunos de los trabajos empezados para extender y consolidar el culto de la Divina Infantita. Desde este día la apóstol de la Infancia de María debía pensar en la formación religiosa consagrada a honrar a María Niña.

- XXIX -

Una inesperada circunstancia vino a estrechar los lazos de nuestra unión. La Srita. Arrevillaga había fundado en casa las Reparadoras, una Congregación denominada “Corte de la Divina Infantita”

Las niñas de la mas selecta sociedad de México se inscribían en esta Asociación. No se cual seria la causa verdadera, pero lo cierto es que un sacerdote porque tenia real o aparentemente, motivos de desagrado con las religiosas Reparadoras, se atrevió a manifestar su desagrado predicando en contra de la Divina Infantita. Esto dio ocasión a que las religiosas se quejasen al Sr. Dr. Ruiz que era por entonces en Director de la Comunidad, y al manifestar lo dicho al Ilmo. Sr. Arzobispo, dio por resultado que el Sr. Ruiz me fuera a proponer de parte del Ilmo. Sr. si me quería encargar de la dirección de la Corte de la Divina Infantita. Manifestando al Director Diocesano de los Operarios el deseo del Sr. Arzobispo, accedió a la demanda que hacía y desde entonces quede esperando la próxima reunión para prestar mi primer servicio a la Corte de la Divina Infantita. Cuando yo caminaba a la Casa de las Reparadoras, por primera vez para el fin ya dicho, mi alma reconocía que aquel era el principio de mis luchas por la Inmaculada. Tu quieres Reina mía que yo empiece a trabajar por Ti, en lo ínfimo me gozo en el principio y te pido que no me niegues tu bendición.

- XXX -

La Srita. Arrevillaga había sentido ya deseos de comunicar su espíritu conmigo, yo deseaba y esperaba que llegaría al tiempo, en que esta alma enamorada de la Divina Infantita seria mía. Un día llego al confesonario, se reconcilio conmigo y yo la reprendí con dureza. Tal vez pensó ella que se había equivocado al creer que yo podía ser su Director, porque yo tarde en volverla a ver; pero al ausentarse por entonces su Director, de México, recurrió nuevamente a mi para solicitar que encargara de su alma. Yo me rehusé y por este motivo ella se confeso durante este tiempo con el que era entonces santo Abad de la Colegiata de N. Señora de Guadalupe y hoy dignísimo Obispo de León Don Leopoldo Ruiz y Flores, de donde resulto que dicho señor conocedor desde antes del espíritu de la Srita. Arrevillaga, tuviera que intervenir por las consultas de esta y peticiones mías en cuanto pensó y llevo a cabo la Esclavitud desde sus principios.

- XXXI -

Así transcurrió el tiempo hasta la Novena de la Natividad de María, de aquel mismo año 1900, celebrada en la Parroquia de S. José de México, y para cuya fiesta fue invitado el P. Director Diocesano D. Sebastián Bover, para que cantara la Misa y yo para que predicara. En aquel sermón fue cuando dije: Que no había inconveniente en que existiera una familia religiosa que honrara la niñez de María, cuando las había para tantos otros misterios de la Señora. Esta fue como la voz de ejecución que Dios nos dio tanto a la Srita. Arrevillaga como a mí para empezar la obra de la Esclavitud.

Después de las consultas e indecisiones propias del que deseando hacer maravillas apenas puede decir que quiere hacer lo mas pequeño; contando con la negativa del antiguo Director de la Srita Arrevillaga y con la aquiescensión del actual Obispo de León el día 15 de noviembre de este año 1900 recibimos en aquella pobrísima casa del No. 7 de la Calle Verde, la primera niña del incipiente Asilo de la Divina Infantita y l día 27 del mismo mes recibió la escogida para Madre de la Esclavitud, a la primera joven que había de ser la primera hija de tan santa Madre. Todavía se conservan estas dos personas a nuestro lado la una como la primera niña del Asilo; la Divina Infantita la ha querido conservar tan inocente, que a todos los que la conocen les encanta, y esperamos en el Señor que nunca ha de ser infiel a la Divina Infantita.

- XXXII -

Tres meses más tarde la Srita. Arrevillaga encontrabase ya con fuerzas para celebrar de una manera solemne la instalación del Asilo y Esclavitud de la Divina Infantita. A esta función invito la Srita. Arrevillaga familias de lo mas selecto de la sociedad mexicana. Era de admirar como tan distinguidas señoras llenaban aquella pieza que pudiéramos llamar el primer Oratorio de la Divina Infantita, muchas veces sin tener lugar ni sillas en que sentarse; pero en esta ocasión era mas admirable aunque aquellas señoras pudieran ver en cuatro niñas para un Asilo y en dos postulantes para Esclavas los gérmenes de la futura obra de la Esclavitud; por cuyo motivo recibió la Srita. Arrevillaga mil placeres y los mas lisonjeros pronósticos. Pero no ha de extrañar que tal pensaran aquellas señoras que ya conocían a la que se gloria en ser llamada la Pordiosera de la Divina Infantita por sus obras, y que sabían que a la sazón había invertido veinte mil pesos en el espacio de un año, en la construcción del Templo de la Divina Infantita.

Solamente de su antiguo Director escucho esta vez la Srita. Arrevillaga negativas y repulsas. Por ultimo le dijo: “He de tener el gusto, si emprendes lo del Asilo, de ver parada la obra del Templo a los seis meses, y las niñas de tu Asilo en la calle porque no tendrás para darles de comer”. No sucedió ciertamente. Alentada la pordiosera por el consejo de muchos, y sobre todo por las palabras del Ilmo. Sr. Ruiz que le decía: “Adelante, lo que intente Ud. es de Dios”. Ella empezó su Asilo, mas que en una casa en un tugurio, asilo que prospero y prospera con admiración de todos. Hoy ocupan un palacio las 200 personas que pertenecen al Asilo y ya hace próximamente dos años que de da culto en el primer Templo, que esta mujer santa ha levantado e la Divina Infantita.

En el acta que se levanto el día de la inauguración del Asilo y que tengo a la vista, entre otros párrafos tiene los que siguen: “Hoy día 23 de febrero de 1901 festividad de San Pedro Damiano, quedan consagradas al servicio y alabanza de la Divina Infantita las almas aquí reunidas para este fin. Acepta graciosa Princesita de la Gloria, estas cuatro niñas pequeñitas e inocentes, que son las primicias de la Pequeña Corte de la Divina Infantita, y bendícelas para que nunca te ofendan y te amen siempre.
Recibe también Inmaculada Niña, estas tres siervas que se ofrecen para honrarte, haciendo bien a las almas de sus prójimos y formando la nueva familia denominada “Esclavas de la Divina Infantita”…

Esta acta esta autorizada con las firmas de Don Sebastián Bover, director Diocesano de los Operarios, por D. Antonio Rodríguez superior de los Operarios Reparadores de la iglesia de San Felipe de Jesús, y por Don Carmelo Blay, el operario que conmigo formaba la comunidad de los operarios entonces. De lamentar es que el ultimo de estos operarios me acuse de haber hecho desobedeciendo, la Obra de la Esclavitud, siendo el uno de los firmantes del acta anterior.

- XXXIII -

Era el día del Sagrado Corazón de Jesús 14 de junio de 1901 cuando la Srita. Arrevillaga toda llena de felicidad santa, postrabase a mis pies en el recibidor del Templo de San Felipe de J. para rogarme que le diera el hábito de las postulantes de las Esclavas de la Divina Infantita.

Para llegar a este punto la humildad de la Srita. Arrevillaga habiase manifestado a mis ojos con toda evidencia; y Dios me había hecho conocer que aquella humilde Srita. Que el solo verla hacia exclamar: “Esta mujer es santa” –como sucedió a mi hermano la primera vez que lo vio; podía no ser religiosa sino también la Fundadora de la Esclavitud. El 19 de junio de ese mismo año, la Srita. Arrevillaga vestía el habito de las Postulantes de las Esclavas de la Divina Infantita, y mientras sonaba el toque de Ángelus en la contigua iglesia, esta dichosa alma postrada en tierra ofrecía al Señor su inocente virginidad y la valentía de sus sacrificios para arrostrar todos los que trajera consigo la magna empresa de la Esclavitud que empezaba entonces con la autorización del Ilmo. Sr. Arzobispo de México, D. Prospero María Alarcón.

- XXXV -

Que lucha tan terrible tuvimos que sostener entonces. Siendo mas que exteriores, luchas interiores; solo el alma que las siente las sabe estimar en lo que realmente son.

Las repugnancias de la Srita. Arrevillaga para confesarse con su antiguo Director, que tantas amarguras había hecho devotar a aquella sencilla alma; las tribulaciones y aprietos que entonces padeció en su conciencia la predilecta de la Divina Infantita; y mi constante negativa en recibirla por hija de confesión hicieron un martirio en el alma inocente de la Srita. Arrevillaga, que solo sabrán apreciar almas que se hayan encontrado en análogas circunstancias.

La aparición por entonces del P. Carmelita Descalzo, que admirado del espíritu de la Srita Arrevillaga, le hablaba de las mas encumbradas manifestaciones de la oración y de las delicias del matrimonio espiritual, y de las suavidades de la vida del desierto y de cuanto místico puede hablar un P. Carmelita todo espiritual al lado de un alma que cualquiera perfección le parecía escasa para abrazarla, sirvieron para deslumbrar por algún tiempo a la Srita. Arrevillaga y ponerla hasta en peligro de que perdiera el camino que Dios le señalaba. Esta comunicación es verdad que sirvió a la Srita. Arrevillaga de algún refrigerio, con este Padre hizo confesiones generales y reconciliaciones cuantas quiso, y en aquel tiempo de tribulación no debieron ser escasas ciertamente. Mas entretanto la Srita. Arrevillaga no intimaba conmigo que era lo que Dios quería y lejos de eso, cuanto yo le preceptuaba para si o para las jóvenes que le acompañaban, quedaba sin vigor, si este Padre no lo autorizaba o sea reformando según su parecer.

- XXXVI -

Entonces mis sufrimientos fueron mas que regulares. El 6 de julio marche para Toluca donde debía permanecer diez y siete días predicando. Solo Tú Dios mío, sabes lo que sufrió mi alma en aquellos días. Yo se que el final de todas mis meditaciones tenía este fruto: “Señor Tú me das esta alma para que yo empiece la Obra de la Esclavitud; yo te prometo no apartarme de ella nunca, aunque ella me desprecie siempre”. Cuando volví a México me sentí enfermo y tuve necesidad de presentarme al medico. A pesar de mi robustez, no me sorprendió cuando me dijo que padecía yo anemia cerebral. Había predicado mucho, mucho y sufrido mucho mas. Ni para la santa postulante de las Esclavas de la Divina Infantita, ni para mi era sostenible aquella situación tan violenta para nuestras almas. Debía desaparecer aquel padre que sin darse cuenta estaba estorbando tanto y por fin se presento ocasión oportuna.

- XXXVII -

A pesar de los reveses que yo sufría en las disposiciones que daba a la Srita. Arrevillaga yo no  perdía ocasión para hacer que las jóvenes que la acompañaban la respetasen mas que como a superiora como a madre. Este mi modo de proceder causo manifiesto contraste con las palabras de aquel buen padre que dirigió a la Madre e hijas diciendo a estas: “Como Rosarito no podrá formar a Uds. sería bueno que solicitáramos que una religiosa carmelita viniera a ser la maestra de novicias de Uds.” El buen padre acababa de pronunciar su decreto de separación de la Esclavitud.

Ser educadas por una religiosa carmelita suponía ser amantes de la Sma. Virgen del Carmen, y en consecuencia la supresión del culto de la Divina Infantita, y en esta elección de supresiones la del P. Carmelita fue decretada por la Srita. Arrevillaga.

- XXXVIII -

Cuando aquel buen padre termino su platica la Srita. Arrevillaga corrió a buscarme a la iglesia de la Santísima donde a la sazón estaba yo mencionando. Me refirió lo sucedido me manifestó  la mala impresión que le habían causado aquellas palabras, y yo me aproveche también de esta ocasión para decir por primera vez a la santa postulante que procurara apartar de la casa al buen padre Carmelita. Acaeció esto a mediados de agosto. Procuro hacerlo así la enamorada de la Divina Infantita, pero no consiguió apartar del todo al P. Carmelita hasta el mes de octubre, día de la fiesta onomástica de la Srita. Arrevillaga, día en que esta no quiso recibir la felicitación que el Padre fue a ofrecerle personalmente.

- XXXIX -

Pero mientras tanto que esta multitud de circunstancias parecían dirigidas para desunirnos a la Srita. Arrevillaga y a mí, la Divina Infantita procuraba nuestra unión como quien Ella es, y al fin debía de hacerse la unión de espíritus aunque fuera sobre espinas. Verdad es que yo decía que aun a costa de los desprecios de la Srita. Arrevillaga haría con ella la Esclavitud, si así era preciso; pero ella no lo decía, ella sufría sonriente mis duras represiones y mis desprecios hasta el punto de mandarla un día que se marchara del lugar donde había ido a verme porque no era posible que nos entendiéramos. A juzgar por la delicadeza de alma de la Srita. Arrevillaga, sus penas debieron ser imponderables. Así quiso Dios tejer el lecho de nuestra unión. Que diferentes se hacen las uniones de Dios y las de los hombres.

Pero como decíamos, la Divina Infantita con la eficacia de su poder, hacia lo que era conveniente al fin de conseguir nuestra unión; asegurando íntimamente a la que tantos años le servía de fidelísima nanita, que yo debía de ser quien la secundara en los santos deseos; y de otra parte haciéndome entender a mi, que yo le debía formar familia. Jamás lo olvidara. Tu estabas colocada como de costumbre era; las noches que ibas a S. Felipe a quedarte conmigo sobre mi humilde buro; yo frente a Ti sentado me dormía; pero lo molesto de la postura me hacia despertar. Asi pasaba las noches cabeceando al duermevela. Pero aquella noche mi despertar no era del que dormita, más que mis ojos despejabase mi mente, para formular siempre con lucidísima claridad intelectual esta frase. “Quiero familia”. (Esto fue tres veces, pues el procuro en la primera vez volver a dormirse desechando aquello como cosa de su imaginación. A la media hora volvió a pasarle lo mismo y también lo deshecho, procurando conciliar el sueño nuevamente y a la media hora se repitió con igual lucidez y claridad la visión con lo que se convenció de que no era cosa de su imaginación, sino la voz de la Divina Infantita que le pedia una Congregación Religiosa). Si Tú lo has deseado y Tú la empezaste a formar con almas que dan indicios de alcanzar muy alta perfección, ¿quién podrá arrebatarla de tus manos? Desgraciados los que no quieran dejar de luchar contra tu pequeñita grey. Felices lo que defiendan a tus pequeñuelos.

 - XL -

A pesar de las luchas interiores de desunión, los lazos de unión cada día se apretaban mas. Todavía no había pasado el mes de septiembre de 1901 cuando ya tomábamos otra casa en lugar más decente, y un piso independiente, a donde se traslado el naciente asilo, mientras yo estaba en Guadalajara. A los veinticinco años de habilitar aquella vivienda de la Calle Verde donde la Srita. Arrevillaga había visto nacer la devoción a la Divina Infantita y había visto morir los mas queridos  seres de su alma, trasladabase la humilde nanita de la Niña María, llevando consigo hijas que heredan su amor a la Divina Infantita y que lo inculcaran en otras almas que también llevaba consigo hasta el numero de once (niñas del Asilo)
________________________

Hoy 13 de abril de 1931 que hace un mes voló al Cielo nuestro muy santo y amadísimo Padrecito, intento continuar, en nombre de Dios y para su gloria, estos interesantes apuntes que podrán servir mas tarde a mis hermanos los Esclavos para que escriban la vida de este gran santo Nuestro Venerado Fundador. Los apuntes de su puño y letra copiados arriba, por desgracia hasta ahí los dejó, y como yo aun no entraba en la Congregación ese año todavía, diré como pueda lo que siguió hasta el año de 1903 en que tuve la dicha de llegar a mi Nidito amadísimo de la Santa Esclavitud.

- XLI -

La casa que tomaron para seguir el Asilo que crecía de día en día, fue en la Calle de la Goya No. 2. En esta casa duraron muy poco pues a fines de noviembre se trasladaron a una preciosa casa en San Cosme en la C. de Santa María la Ribera, propiedad del Sr. Castillo Portugal, Magistrado, su familia era de las devotas de la Divina Infantita. En la Goya aumentaron las niñas del Asilo y las pretendientas para Esclavas, allí también murió una criada de la Srita. Arrevillaga llamada Úrsula cuya hija Manuela García es la segunda leguita que entro en la Congregación y se llama Ma. del Nacimiento.


En la casa de Sta. María la Ribera tomo el hábito de novicia el día 8 de diciembre de este mismo año 1901 la santa Postulante. Esta ceremonia solemnísima fue precedida de contrariedades, porque nuestro Venerado Padrecito estaba en Cuernavaca, donde había ido a predicar una novena o misión, ese mismo día tenía que regresar; pero en vez de llegar el tren a su hora se retraso con tres llegando a las 10 de la noche.

Todo estaba preparado, las distinguidas y riquísimas señoritas Escandón que iban a ser las madrinas y selecta concurrencia esperaban pues no querían que dejara de verificarse la ceremonia en ese hermoso día de la Inmaculada. Por esta causa vino a ser la toma de Hábito casi hasta las 11 de la noche, sin menguar esta contrariedad ni en lo mas mínimo el fervor y devoción de ambos santos. (Hay que notar que el habito de novicia de N. S. Mta. No fue todo blanco; sino con la banda, copete y manguillos color de rosa. Y el negro de uso diario también fue así. No se la causa de esto; pero pienso que sería por estar en ese tiempo con el habito que han de tener las que sean nuestras hermanas Sacramentadas. Así la conocí y se veía encantadora)

Al haberse verificado la ceremonia tan tarde tuvo que retirarse N. V. Padrecito muy noche y en uno de los coches de aquellas familias ricas a su Residencia de san Felipe, encontrando cerrada la reja de la entrada (que en ocasiones análogas la dejaban abierta) por lo cual tuvo que regresar en el mismo coche a la casa del Asilo donde pernocto. Este incidente tan ajeno a su voluntad sirvió de pretexto para que hablaran de él sus mismos hermanos en Religión y resultara una calumnia que empañaba la santidad de los dos santos Fundadores.

- XLII -

Sufriendo mucho en su Comunidad que se volvió en contra suya, con grandes contrariedades y ejercicio de paciencia y humildad continuo sus trabajos de Fundador de la Esclavitud; y los muchos que tenia como Operario obedeciendo siempre al Superior que en San Felipe tenia. Asi fue hasta el mes de agosto de 1902 en que resolvió separarse de aquella Institución en que había estado seis años poco mas o menos; pues ya era imposible continuar siendo Fundador de una Congregación e hijo de obediencia en otro, que ya no estaba a su favor como al principio. Para separase y separar a su hermano D. Francisco vinieron a España los dos el 22 de agosto de ese año 1902 a ver al santo Fundador de los Operarios D. Manuel Domingo y Sol residente en Tortosa.
Este señor de seguro sintiéndolo mucho los dejo en libertad; los que serian bastante y le hacían falta especialmente N. V. Padrecito que le daba muchísimo fruto material y espiritual. Baste saber que el dinero que le envió de México para el Templo Expiatorio que tienen en Tortosa los Operarios fue por lo menos la cantidad de 12 000 duros. ¿Cómo no le había de doler al buen D. Manuel perder semejante tesoro? Y sin embargo como santo que era, les mandó decir a sus hijos de México: Que no se opusieran en nada a la obra del P. Federico, por que le había de dar mucha gloria a Dios. Algunos de ellos - ¡pobrecitos!- que mal cumplieron el mandato de su santo Fundador. Dios les habrá perdonado.

Conviene que se quede bien grabado que ni N. V. Padrecito, P. Federico, ni su señor hermano P. Francisco, entraron a esa Congregación de Operarios por vocación para ella. N. V. Padre entro buscando los medios de realizar su ideal divino de la Esclavitud y el P. Paco (como todos le decían a D. Francisco) por seguir a su hermano; pues fue recomendación muy especial de su buen padre (nuestro abuelito) cuando N. V. Padrecito le dijo que se iba de religioso, que se llevara al P. Paco y siempre estuviera con él.

- XLIII -

En noviembre de ese mismo año regreso a México N. V. Padre, ya libre de la carga de Operario para seguir trabajando únicamente por su santa Esclavitud. Inmediatamente trato de buscar jóvenes con vocación religiosa para empezar la Congregación de los Esclavos y para esto en vez de buscarlos él, dejo a su hermano en España, creyendo que los encontraría mejor, pues él se creía inepto pata todo. Mientras el P. Paco llegaba con los pretendientes que hubiera encontrado, N. V. Padrecito se ocupo de buscarles una casa a propósito la cual se encontró en la misma calle del Calvario en Tacubaya en el No. 8. Llego el P. Paco el 9 de enero de 1903 con dos jóvenes de la Provincia de Almería: Eloy Pérez y Felipe Berenguer, mas un pobre señor que no iba por vocación, sino por librarse de la cárcel y cuya muerte se tendrá que referir después. Empezaron N. V. Padre y los aspirantes con gran fervor su vida de comunidad, pero… que poco duro…Primeros esfuerzos y sacrificios hechos por los Esclavos inútilmente. Antes de salir de esta casita dieron en México misiones los dos sacerdotes hermanos, en la iglesia de San Fernando, de la que sacaron mucho fruto. Yo que todavía no entraba a la Congregación y vivía cerca de esa iglesia iba a los sermones, ayude a la preparación de la 1ª. Comunión y ahí conocí a los dos jóvenes pretendientes para esclavos. Después de esta misión fue la conversión y muerte repentina de aquel señor D. Diego que vino con ellos (por la bondad del P. Paco) huyendo de la cárcel. Esta fue la causa de que se mudaran de esa casa.

La comunidad quedo reducida a dos: N. V. Padre y Felipe, pues en abril se vinieron a España el P. Paco y Eloy para buscar mas vocaciones. En una de las habitaciones que habían de tirarse, en el sitio donde estaba fabricándose el Templo fueron a vivir los dos. Entonces entré yo a la Congregación el 11 de julio de 1903, siendo desde esa fecha testigo ocular de lis actos de la vida de los dos santos que Dios me dio por Padres. Por eso puedo asegurar en conciencia y jurar cuando fuere necesario que solo vi en ellos santidad y que su trato intimo fue angelical verdaderamente; parecían dos hermanos hasta físicamente y sus almas de tal manera gemelas que estaban como fundidas en una sola. Siendo tan cobarde como soy para el martirio, cuando pienso en las calumnias tan injustas que han sufrido, siento valor, hasta para arrojarme a las llamas para justificar la inocencia y santidad de mis Padres amadísimos.

Ya llevaban los muros del Templo, que son de chiluca, una altura bastante considerable y hasta entonces lo había dirigido el Sr. Ing. D. Luis Anzonera. Pero como hubiera sido costosísimo, y hubiera tardado mucho tiempo, siguiendo la obra como se había comenzado, resolvieron NN. VV. Padrecitos terminarla mas ligera. La principal ocupación de N. V. Padre fue dedicarse a terminar la Iglesia, que el acabó de dirigir, bajo la vigilancia del gran Ing. D. Emilio Dondé. Se termino el gracioso y simpatiquísimo Templo el mes de agosto y el día 29 del mismo fue la bendición.

La milagrosa imagen de la Divina Infantita que estaba en el Asilo de Tacubaya, fue trasladada a él el día 30 de agosto para empezar su novena el día siguiente. N. V. Padre fue nombrado capellán del Templo, desplegando desde luego todo su entusiasmo y fervor en el culto y adoración a N. Señor Sacramentado y a la Divina Infantita, en aquel pedacito de cielo que desde que se entraba en él se respiraba devoción y alegría pues Ntra. Reina encantadora imprime un sello especial de estos dos sentimientos a todo lo suyo. No solo era Capellán del Templo sino confesor de varias comunidades religiosas. Salió a dar misiones varias veces: Una de ellas en la Hacienda de Ametusco propiedad del ínclito Sr. Ing. D. Ignacio Torres Adalid, protecto fortísimo de nuestra amadísima Esclavitud. Otra en la Hacienda de Sta. Clara, propiedad de D. Luis Sota (Esclavo Seglar). Daba retiro a las señoras en nuestra casa de Tacubaya o en la de México. Muchas veces salió fuera a distintos Estados de la República a hacer novenarios, etc., etc., pues fue siempre incansable en el trabajo y celosísimo de la santificación de las almas. Es inútil decir que en las que mas ponía todo su empeño y cuidado eran sus venturosísimas hijas a quienes nos daba Ejercicios, Retiros Mensuales, Meditaciones diariamente, además de ser nuestro confesor y director. Era nuestro todo.

- XLIV -

Estuvo en este cargo hasta octubre de 1904 en que vino a España, con el ansia de encontrar jóvenes con vocación, que llegaran a ser Esclavos, y se quedo en su lugar supliendo en la Capellanía del Templo y en el cargo de Confesor nuestro, su hermano D. Francisco. En febrero de 1905 regreso a México, y estuvo hasta mayo que volvió a España trayendo a una buenísima postulante de 56 años de edad que había sido criada de N. V. Fundadora, y madre de unas de las primeras legas llamada Presentación. La postulante se llamaba Marcelina. Salieron de la Casa de Tacubaya el 15 de mayo en medio de aguaceros torrenciales. Al llegar a España de pronto se instalaron en Madrid, donde permanecieron poco tiempo, trasladándose después a un Carmen que compro N. V. Padre en el Albaycin en C. Carril de la Leona No. 13. Ahí ya instalado definitivamente empezó a reunir algunos niños que decían las personas que los recomendaban tenían vocación. Con que cuidado e ilusión procuraba formarlos N. Padrecito. El 8 de septiembre de 1906 llegaron a México los cuatro niños que tenían reunidos, con el primer sacerdote que quiso ser esclavo, D. Patrocinio Motos, coadjutor a la sazón de la Parroquia de Vélez Blanco de Almería y que había sido condiscípulo de N. V. Padre en el seminario. Antes de proseguir la historia de la Esclavitud, me parece necesario, para mayor claridad, referir la manera extraordinaria de la vocación de este buen sacerdote que desgraciadamente no fue fiel a ella y murió lejos de la Esclavitud.

- XLV -

VOCACION DEL PADRE PATROCINIO Y SUS PRECEDENTES

El 18 de julio de 1904, la Divina Infantita con sus encantos le echo la cadena de su bendita Esclavitud a un matrimonio santo, rico, sin hijos: D. Luis Hebro Mar y a su esposa Angelina Sort. Eran hijos de confesión de N. V. Padrecito; llevaban vida ejemplarísima y deliraban por ser santos. Se decía uno al otro: Nuestra vida es muy ociosa, ¿Qué querrá Dios de nosotros? Gastaremos todo nuestro capital en dar limosnas a los pobres, etc. Y hay que saber que no dejaban de hacerla; que los domingos visitaban los hospitales socorriendo y consolando a los enfermos, y otras muchas que no es posible ennumerar ni hay para que en este lugar. Baste saber que eran no solo buenos cristianos sino de extraordinaria virtud y con miras a una alta perfección. ¿Cómo los enamoró de la Divina Infantita? De la siguiente manera: ese año había ido a predicar N. V. P. Fundador la novena de Nuestra Señora del Carmen fuera de la capital y regresó el día 17 víspera de su onomástico. Fueron a Tacubaya (A la casa Matriz de la Congregación) los dos virtuosos esposos a saludarlo y ahí comieron, no solo ellos sino dos numerosas familias íntimas amigas de la casa. Desde el comedor que daba al jardín se veían las niñas, que eran cien poco más o menos, jugando. Durante la comida y larga sobremesa se hablo principalmente de la gran necesidad de los Esclavos, del modo como habían de educarse a los niños y niñas en ella, pasando de los Asilos a los Talleres y Obradores, donde se les ponían sus cajas de ahorro, para que al separarse de la Esclavitud se encontraran en disposiciones de ganarse la vida honradamente y con algo de capital, etc.

Aquel matrimonio santo era una tierra perfectamente preparada, para que diera fruto exuberante, la semilla que con su palabra sembraban sin darse cuenta Nuestros Venerados Fundadores, durante su interesantísima amena y santa conversación. No dejaría de servirles a aquellos venturosos esposos, para aumentar su celo y caridad, la vista de las niñas que jugaban alegres en el jardín. El día siguiente, santo de nuestro amado Padrecito, fue la profesión de las cuatro primeras novicias a las 11 de la mañana y la toma de Hábito de las del 2º. noviciado por la noche a cuyas ceremonias asistieron; todo lo cual de tal manera influyo en sus almas que ya no podía separarse de la casa sin grande esfuerzo y lagrimas de Angelina. Por fin llegó el momento de retirarse a su casa, pero de tal manera estaban ya prendados de la Esclavitud y podemos decir del todo prendidos, que no podían separarse de la casa sin grande esfuerzo y lagrimas de Angelina. Por fin llegó el momento de retirarse a su casa, pero de tal manera estaban ya prendados de la Esclavitud y podemos decir del todo prendidos, que no podían vivir fuera de ella, por lo que a otro día de haber llegado a su casa lo mas temprano posible volvieron a Tacubaya, llegando la noche se iban a su casa con tanta pena como el primer día. Así estuvieron mas de una semana pero esa vida no podía prolongarse, era imposible seguir asi, por otra parte mas imposible les era apartarse de la Esclavitud y dejar de pensar en Ella. Como quienes movían sus corazones eran el Espíritu Santo y la Divina Infantita, que los había elegido para ser los primeros seglares esclavos (seglares por entonces pues mas tarde el murió en olor de santidad y ella se hizo religiosa, siendo de las mas santas, por sus extraordinarias dotes naturales, fue una verdadera lumbrera en la Congregación). Al serles imposible prescindir de la Esclavitud, ni seguir esa vida de ir y venir cada día, como niños de colegio, resolvieron después de consultar a Dios en la oración y a su Director espiritual, entregarse por entero a la Esclavitud, en cuerpo y alma con su capital y con cuantos bienes tenían, para servir a Dios y ejercer la caridad según los anhelos de sus generosos corazones, ayudando así a la salvación de las almas. Aprobada por su Director tan santa resolución y plenamente convencidos de que era inspiración divina, les propusieron a NN. VV. Padrecitos Fundadores lo siguiente: Que los recibieran como asilados y viviendo en cualquiera habitación de aquella hermosa casa y que comieran de la misma comida de las niñas del asilo, que se sujetarían a Obediencia y que trabajarían en todo lo que pudieran.

Nuestros Padres Santos sin titubear aceptaron y en poquísimos días los venturosos esposos quitaron su elegante casa, llevando a nuestra casa de Tacubaya unas cosas y a la de México y Templo de la Divina Infantita otras, según las ordenes de N. V. Madrecita. Ellos quedaron instalados en la de Tacubaya en un departamento completamente separado de la Comunidad y de las niñas. A sus ardientes deseos de santidad correspondió la vida que desde luego practicaron sujetándose a los toques de Reglamento de la Comunidad. Comenzaron a levantarse a las cuatro dela mañana, lo cual para ellos era un verdadero sacrificio, pues en su casa jamás madrugaron tanto a pesar del fervor y piedad con que vivían; su obediencia, recogimiento y modestia y demás virtudes y edificaban a las mismas religiosas. Su utilidad que prestaron a la Congregación, particularmente Angelina, que le sobrevivió 32 años a su esposo haciéndose religiosa al quedar viuda, se sabrá en el curso de la historia de la Esclavitud, pues no es para decirse en pocas palabras. Por eso lo único que aquí diré es que la suprema ocupación de ella fue escribir las Meditaciones de N. V. Madrecita (de la manera admirable que sabemos sus hijos e hijas). Y él las pasaba en el hectógrafo sacando varias copias para formar diversas colecciones. Y para dar una idea de la humildad de Luisito (como nosotros le decimos) apunto aquí otra de sus ocupaciones que practico con gran caridad y perfección, y persevero en ella hasta su muerte: pelaba alas niñas. Estas eran pobrecitas de la clase baja, poquísimas no se veían así; y la gran mayoría feas, de aspecto repugnante algunas por maravilla se encontraría a una bonita, decente, que tuviera la belleza y encantos de la niñez. Pues a pesar de esto, no se desdeñaba aquel señor en cuyos dedos, no faltaban ricas sortijas, de tocar y limpiar aquellas cabecitas de niñas indigentes, con tanta finura y cariño como si hubieran sido sus hijas. No hacia dos años que estaba este feliz matrimonio en el delicioso oasis de la Esclavitud (asi lo consideraban ellos) cuando este santo Esclavo le ofreció su vida a Dios por un Esclavo Sacerdote, al ver que N. Venerada Madrecita sufría mucho con la Capellanía del Templo y por falta de confesor para la comunidad especialmente las novicias que por no poder salir a la calle, llegaron a estar tres meses sin confesarse. Acepto N. Señor la victima, y moviendo en corazón del P. Patrocinio, que oyó predicar a N. V. Padrecito de la Esclavitud se incendio en vivísimos deseos de seguirlo y hacerse esclavo. Esto fue en los mismos días que se ofreció a N. Señor por un sacerdote Esclavo. El día 14 de mayo poco mas o menos de 1906 empezó a sentirse Luisito muy mal de la garganta y se le declaro un Tifus fortísimo que el día 26 del mismo mes, ene l termino once de la enfermedad, se lo llevo al cielo. Estaba en la plenitud de su edad, tenia 36 años, muy sano y robusto, por lo que aquella terrible enfermedad tuvo mas materia en que cebarse, causándole una agonía y muerte penosísimas.

Entre tanto el P. Patrocinio afirmándose cada vez más en su vocación se despidió de los suyos y llego a Granada para entregarse como hijo de N. Padrecito Fundador, celebrando el Santo Sacrificio de la Misa a su lado por primera vez el mismo día que en México murió Luisito.

“Misericordiae tuae memorare, Domine; secundum judicium tuum vivifica me”
Dame vida según tu juicio (según tu justicia)
“Sit nomen Domini benedictum ex hoc nunc et usque in secula” (del Real Profeta)
Sea bendito el nombre del Señor, desde hoy y para siempre
“Infima mundi elegit ut confundat fortia”
Dios elige lo despreciable del mundo, para confundir a los poderosos (a los fuertes).



No hay comentarios:

Publicar un comentario