Preludio 1º.- Como en la primera meditación
Preludio 2º.- Imagínate ver al Hijo de Dios, haciéndose Esclavo,
hasta sufrir muerte ignominiosa en el patíbulo de la Cruz.
Preludio 3º.- Pedir al Señor que nos comunique este su espíritu
de Esclavitud.
Punto 1º.- Meditando según hemos hecho en las
meditaciones anteriores, tanta elevación en la obediencia, quiero ahora hija
mía, que consideres también los más altos modelos de la Esclavitud, y en el
punto de vista más alto, para que más te enamores de la santa Obra de que el
Señor te ha hecho Madre, y más te decidas a sufrir por ella a imitación de sus
Modelos.
Y para que más penetren en ti estas enseñanzas, te las daré
con palabras tuyas según enseñanzas que has recibido del Señor en la oración. -
Dices en tu carta de 21 de Mayo de 1905. - 1º. “Pensé que nuestro Modelo en la Esclavitud es Jesús en la Cruz”. El es; y para que bien
te convenzas, piensa que si Jesús nació Esclavo y toda su vida fue de constante
crecimiento, indudablemente que en el último, fue el más perfecto Esclavo y por
lo tanto el mejor Modelo. -
Punto 2º.- Y para que mejor te convenzas hija mía,
medita estas hermosísimas palabras de S. Pablo, que retratan admirablemente a
Ntro. Divino Jesús, según me has oído decir más de una vez. Dice así: –“El
mismo sentimiento haya en vosotros, que hubo en Jesucristo, que teniendo forma
de Dios y siendo igual a Dios, se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo,
hecho a la semejanza de hombre, y hallado en la condición como hombre”. (1) -
He aquí la base de la Esclavitud,
anonadarse a sí mismo. -
Punto 3º.- Todavía sigue S. Pablo levantando sobre
la base que ya ha sentado, el edificio de la Esclavitud y añade: “Se
humilló a sí mismo”. Ahora va a decirnos cómo: –“Hecho obediente hasta
la muerte y muerte de Cruz”. -
Es evidente hija mía; Jesús en la Cruz es Modelo perfectísimo
de la Esclavitud.
Afectos.- ¿Cuándo será, Señor que yo entienda lo que
es eso de anonadarse a sí mismo? - y si yo lo entiendo, ¿cuándo lo pondré por
obra? - ¡Si yo te conociera Jesús mío! - ¡Si yo te conociera!. Noverim me, noverim te.
Propósito.- Seré esclavo con Jesús Esclavo.
__________
MEDITACION Nº 394
Miérc. 4 de Abril de 1906. a.m.
NUESTRO MODELO ES JESUS EN LA CRUZ
Con que Jesús en la
Cruz es el modelo de los Esclavos, y para serlo no se desdeñó
de venir al mundo y anonadarse hasta el punto de tomar nuestra forma y
haciéndose Esclavo, morir en el patíbulo de la Cruz. Luego nosotros
para ser Esclavos, necesitamos imitarlo y para eso tenemos a nuestro lado una
Maestra que es la que nos va a enseñar cómo debemos hacerlo, y es la Divina Niña. Ella con
mucho cariño nos toma de la mano, y como a niñas pequeñitas nos va llevando
poco a poco y con toda dulzura, a seguir el camino de nuestro Divino Modelo, a
crucificarnos con El, a tolerar por su amor los desprecios y las humillaciones,
a trabajar por las almas para salvarlas. La Sma. Virgen pequeñita,
es la Reina que
Dios Ntro. Señor ha querido darnos, y si la ha escogido chiquita ha sido para
decirnos que como chiquitas hemos de ser nosotros para rendir el juicio, para
dejarnos conducir a la santidad por el camino del sacrificio con toda
docilidad, y para llegar a practicar actos heroicos de virtud, comenzando por
acciones pequeñitas, insignificantes, que para los hombres son verdaderas nonadas
y que sin embargo para nosotros deben tener mucho valor porque de todas esas
nonadas se valdrá Dios Ntro. Señor para santificarnos.
No duden hijas mías que Dios tiene muchos medios de qué valerse
para conceder la santidad, y que no a todas las almas las lleva de igual modo;
hay algunas que El ha querido formar entre austeridades y grandes penitencias;
otras se hacen santas con pura oración y llevando una vida retirada y llena de
recogimiento; otras en un trabajo constante, salvando almas; y así como a cada
Congregación le ha dado su espíritu propio, sus enseñanzas especiales, sus
medios de santificación, a nosotros también nos ha dado lo nuestro y nos
llevará a la perfección no lo duden, valiéndose de la Divina Niña, y
enseñándonos cómo hemos de hacernos niñas pequeñitas, cómo hemos de doblar
nuestra voluntad y sujetarla porque es muy voluntariosa y no quiere sino hacer
su gusto. Esa voluntad rendida por completo será la que nos haga Esclavas y nos
prepare a recibir la santidad que Dios Ntro. Señor quiere darnos, haciéndonos
santos de nuevo cuño, y haciendo de la Esclavitud una Congregación de almas muy
crucificadas pero muy felices, muy sonrientes, muy satisfechas, muy deseosas de
la santidad y muy conquistadoras para llevar a la Cruz a cuantos encuentren a
su paso; almas que vivan siempre sacrificándose, y siempre cautivando con la
fuerza del amor; almas que constantemente estén clavadas en la Cruz con clavos de fe,
esperanza y caridad, y que cada día les parezca más hermoso sufrir por el amor
de un Dios que es para nosotros todo finura, amor y misericordia. Ese será el
modelo enteramente nuevo que Ntro. Señor ha de formar en la Esclavitud.
Ayer decíamos que esos actos grandes de sacrificio, nos parecían
sumamente difíciles juzgados a primera vista; pero ¿saben eso de qué depende?
de que no consideramos que eso solamente se consigue poco a poco; sino que hoy
entramos en la Esclavitud,
empezamos a dar en ella los primeros pasos, y ya mañana queremos amanecer
esclavas. No hijas mías, no puede ser; para llegar a ese grado de perfección se
necesita mucho tiempo y constante perseverancia en todo lo pequeñito, porque el
que no descuida lo que vale poco será el que llegue a lo más grande. Un niño,
desde el momento que nace ¿se da cuenta de todo lo que ve, y puede entender
algo aunque sea? seguramente que no; ya ven Vds. cuánto tiempo tiene que pasar
y cuánto trabajo se necesita para lograr que aquel niño entienda algo; ya
tiene un año y todavía se puede decir delante de él: –“llévense esto para que
no lo coja, para que no lo vea”, porque el niño no se da cuenta de nada ni nos
entiende ¿no es cierto? y si por ejemplo a una niña de tres años se ponen Vds.
a explicarle toda la Doctrina,
trabajarán de balde porque todavía no está en edad de entenderla. Ya puede
darse cuenta de ciertas cosas, ya sabrá hacerlas por sí misma, como por
ejemplo, comer; porque eso es conveniencia para ella y todo lo que sea en
beneficio propio es lo que desde chiquitas aprendemos con más facilidad; pero
para entender otras cosas, es preciso que sean más grandecitas, por eso
generalmente se dice que a los siete años es cuando ya la criatura va teniendo
uso de razón. Pues bueno, si un niño que acaba de nacer pudiera entendernos, y
le dijéramos los años que tendrían que pasar para que él se fuera dando cuenta
de las cosas, díganme ¿no es cierto que le parecerían muchos, y puede que hasta
prefiriera no haber nacido, ni crecer, ni nada por tal de no esperarse tanto?
porque siempre que vemos para adelante nos parece sumamente largo y no quisiéramos
tenernos que esperar tanto tiempo; pero no tiene remedio, hay que ir muy
poquito a poco, buscando siempre lo más fácil primero, y así como a un niño que
comienza a deletrear no se le ponen palabras largas ni de difícil
pronunciación, sino monosílabos que es lo más corto, y luego otras más
grandecitas pero sencillas, así tenemos que empezar nosotros a deletrear la
palabra Esclavitud para entenderla, para posesionarnos de que Es-cla-vo quiere
decir: “es clavado”, como quien dice: “fijo en la Cruz, sujeto a ella, sin
desprenderse jamás”, pero para llegar a clavarse con esos clavos hay que luchar
mucho, que vencerse a toda hora, que no descuidarse en las cositas pequeñas que
manda el Reglamento, porque el cumplimiento de ese Reglamento es el que las llevará
a la santidad.
Ayer una persona me decía: que el reglamento en la vida religiosa,
era como el molde que había de formar a las almas; y que el cumplimiento de él
iba llenando ese molde. –“Haga V. de cuenta, (me decía) que es como quien echa
cera líquida en abundancia hasta llenar aquel molde, que tiene la forma de una
carita (vamos a suponer), y aquella cera va entrando bien a llenar todos los
huequecitos para formar los ojos, la boca, la nariz, y después se saca de allí
una cara perfecta”. Y me decía que eso era lo que hacía falta en el mundo, y en
cambio en la vida religiosa todo lo facilitaba y lo hacía agradable. El P. Otero
que vino ayer, fue quien me lo dijo así.
Es tal la importancia del reglamento en una Congregación, que no
deben atrasarse un minuto, y por eso a la hora del examen de conciencia han de
tener siempre presente cómo han cumplido todos esos actos; pregúntense de esta
manera: –“¿Llegué puntual al toque de campana? no, me retrasé un minuto, casi
nada, apenas empezaban a rezar”. Pues para otra ocasión procuren no atrasarse
ni siquiera un minuto. –“¿Tocaron a refectorio y llegué en los momentos que
daban el toque? tampoco, siempre entré un poco después, pero fue poco, todavía
ni se sentaban las demás”; no importa, debí haber sido más exacta, y para otra
vez procuraré serlo”. Con sólo esa vigilancia que tuvieran, les aseguro que
llegarían a practicar con toda perfección el Reglamento, se les haría
agradable, y con su ejemplo atraerían a las almas al amor de la Divina Niña.
Por qué ha de ser justo que el Gobierno se valga de tantos medios
para hacerle al niño agradable el estudio, y logre cautivar su imaginación y
tenerlo entretenido, siempre contento, sin otro objeto que el de robarse los
corazones para quitarles a Dios, y nosotros ¿no hemos de poder cautivarlos
también y hacerles dulce la vida, llevándolos con suavidad al sacrificio y
ganando sus almas para dárselas a Dios Ntro. Señor puesto que son suyas y por
ellas ha sufrido y ha muerto en una Cruz?. Sí hijas mías, vamos a ser muy esclavas
para poder impregnar en los corazones de los niños desde pequeñitos, el amor a
la Esclavitud,
el amor al vencimiento y al sacrificio; vamos a doblarnos bien dobladas porque
si no, dejaremos siempre tirada a la Divina Niña puesto que no podremos agacharnos a
levantarla, y si no sabemos doblarnos jamás seremos esclavas se los aseguro;
de manera que si Vds. ven una monja trabajadora, que no descansa, que
constantemente se sacrifica, que sabe sufrir, pero que no se deja humillar,
que si la corrigen se disculpa, que si recibe una reprensión pone mala cara y
se disgusta, esa monja será una alma buena y sacrificada pero no una esclava;
si ven a un sacerdote que no se dobla, que no se vence a sí mismo, que no
tiene dominio sobre una pasión cualquiera estén seguras que aunque esa monja y
ese sacerdote se nombren esclavos, no lo son, ríanse Vds. de su Esclavitud
porque no la conocen, están muy retirados de ella. Vds. mismas hijas mías,
tienen gana de sacrificarse, no cabe duda; hacen actos heroicos de sacrificio,
ya lo creo, puesto que siempre viven sacrificadas; pero les falta esa finura de
alma que no deja pasar nada por insignificante que sea. De modo es que muchas
veces puede suceder que habiendo abarcado una cosa grande, se queden sin
embargo detenidas en una insignificancia, en una pequeñez, como por ejemplo, no
dejar de disculparse cuando se les hace una observación cualquiera, no callar
cuando oyen una palabra que les lastima, no olvidar fácilmente una injuria, no
recibir con buen semblante un desprecio. Todo eso las hace esclavas y Vds. lo
rehusan porque no van a buscar la gracia donde debieran, que es al pie de la Cruz, en donde está la Divina Niña
esperándolas para decirles que también Ella es nuestro Modelo, que hasta allí
acompañó a su Santísimo Hijo, que su corazón quedó crucificado en la misma
Cruz, unido al corazón del Divino Esclavo, y que como otras veces hemos dicho
ya, para que todas nuestras obras fructifiquen, necesitamos injertarlas en el
Arbol de la Cruz.
Vayan con Dios hijas mías, pero no quieran tratarlo como si fuera
su mozo, exigiéndole cuanto a Vds. se les ocurre, eso no. El es tan bondadoso
que no les negará lo que le pidan; les dará fortaleza si eso le han ido a
pedir; les dará dulzura y misericordia si eso le han ido a pedir; les dará
valor para subir a la Cruz
si eso le han pedido, pero nunca les apoyará el que no quieran ser humildes.
De manera que si van a quejarse con El de que han recibido un desprecio, si van
a su presencia para decirle: –“Señor, quítame esta humillación que no puedo
soportar”, entonces les dirá: –“¡Vete de aquí, y anda a que te desprecien más
para que yo pueda darte la salvación siquiera, porque si tú no te humillas no
podré hacerte no digo esclava, ni tan sólo podrás ser alma salvada, pues si no
amas el desprecio no puedo salvarte!”. Sí hijas mías, es cierto, porque hasta
el alma más querida de Dios Ntro. Señor que es la Sma. Virgen, no
estaría en el Cielo al lado suyo si no hubiera sido tan humilde. Esa es una
virtud de tal manera indispensable, que sin ella no habría alma que llegara a
ser santa ya lo saben. Por supuesto que tampoco podrá ser esclava una alma
rebelde, una alma desobediente, una alma que no tiene docilidad para dejarse
gobernar, porque solamente en una humildad profunda es donde se consiguen las
gracias de la Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, puesto
que Ella es la Reina
de los Esclavos, la Reina
de nuestra Esclavitud, Ella es nuestro Modelo, Ella es la Maestra que nos ha de
enseñar a ser humildes para sabernos anonadar por completo. Le rogaremos que
nos conceda esas gracias, y para llegar a alcanzar las le diremos que nos
enseñe a no despreciar nada de lo pequeñito, que a toda hora tenemos necesidad
de practicar; que nos dé la forma que debe tener una perfecta esclava, y que
esa forma la vayamos tomando poco a poco y cuidando de que esté bien hecha,
ejercitándonos en las virtudes que han de adornar nuestras almas para que
lleguen a parecerse a la que ha de servirnos de molde de Maestra y de Modelo,
que es Nuestra Reina la
Divina Infantita.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado y a la Divina Niña para
Nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, &.
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