Preludio 1º.- Como en la primera meditación.
Preludio 2º.- Imagínate que la Esclavitud ya está en
el mundo y que tú con nuestras hijas, formáis en ese mundo un ejército salvador
de almas; ves religiosas llenas de espíritu apostólico en las escuelas, en los
Asilos, en los Obradores, en las Catequesis, & & y ves otras, apóstoles
de la oración y del sacrificio de sí mismas.
Preludio 3º.- Pidamos que el Señor dé a nuestras hijas este
espíritu, a cada una según su vocación.
Punto 1º.- Cuando Ntro. Señor hija mía, te hizo ver
dónde estaban los cimientos y dónde la cúpula de la Esclavitud divina, lo
hizo para que bien entendieras dónde estaba también como la quinta esencia de la Esclavitud de la Divina Infantita.
Y entonces pudiste comprender que “la flor de la Esclavitud son esas
religiosas, nuestras hijas, a quienes por la mayor analogía que tienen con
Jesús Sacramentado, dimos en llamar Sacramentadas”.
Y en efecto así es hija mía; y la razón es porque siendo el
espíritu de la Esclavitud
tan de obediencia, ellas entre las Esclavas serán las más obedientes, haciendo
voto de nunca mandar.
Punto 2º.- “He aquí la esclava del Señor”, dirán las
Sacramentadas; hasta la consumación de los siglos seremos obedientes a El.
Mientras vivamos en este mundo, obedeciendo a nuestros superiores sean quienes
fueren, y en la gloria obedeciéndote siempre a ti mismo, mi Señor, mi Dueño, mi
Eterno Rey”.
Punto 3º.- “Para mi obediencia, dirán las
Sacramentadas, no hay lugar determinado, ni superior preferido, ni cosa en que
obedecer que más me agrade. Obedecer es mi sacrificio para Dios; obedecer
siempre, donde quiera, a quien quiera y como quiera. Que no me manden mandar, me
está prohibido. - Que no me manden pecar, me está prohibido. - Si no me mandan
esas dos cosas, manden lo que quieran mandar”.
Afectos.- Señor, esta obediencia es la medicina del
mundo que se ha apartado de ti en los presentes tiempos. - No es posible hallar
remedio mas eficaz para la salvación de las almas, ni modo de glorificarte más.
- Nosotras las Sacramentadas, somos las flores del hermoso árbol de la Esclavitud, porque en
nosotras está como contenido el precioso fruto que las Apostólicas dan a las almas.
Propósito.- Obedecer. -
__________
MEDITACION Nº 398
Lunes 23 de Abril de 1906. a.m.
LA FLOR DE
LA ESCLAVITUD
SON LAS SACRAMENTADAS
Dice Nuestro Padre en su libro, que la flor de la Esclavitud serán las
Sacramentadas. Vds. parece que no lo entienden, pero es porque como hasta ahora
no hemos tenido todavía una monjita de esas, una verdadera Esclava Sacramentada
para servirnos de modelo, no se dan cuenta Vds. de cómo serán esas almas que
han de llevar una vida profundamente anonadada, consagrada por completo al
servicio de Dios Ntro. Señor y a la oración, y que serán la delicia de la Esclavitud.
Miren hijas mías, voy a ponerles este caso: cuando Vds. ven que yo
entro a retiro porque tengo necesidad de estar con Dios, de tratar con El, de
agenciar en la oración cuanto es necesario para la Obra, y ese día no quiero ver
a nadie, ni hablar con nadie, porque no apetezco más que el trato con Dios
Ntro. Señor y de El voy a tomar fuerzas para todos los sufrimientos que vengan,
y a recibir luces especiales para dirigirlas y gobernarlas llevando sus almas a
la santidad, ¿les cae a Vds. pesado? ¿les parece mal? yo creo que no; me
extrañaran, es natural; les parecerá que es mucho el tiempo que dejan de
verme, porque como me quieren, el mismo cariño les hace sentir pena cuando me
les pierdo un poco; pero en cambio, ¿a que se sienten felices cuando saben que
Dios me ha dado sus órdenes, que ha dictado lo que se debe hacer, y que yo
trato de ponerlo en práctica? ¿no es cierto que eso les da gusto? - Pues bueno,
esa ha de ser la misión de las Sacramentadas; rogar constantemente por la Obra, agenciar con Dios todas
las gracias que se necesiten, vivir siempre delante del Sagrario llorándole a
Ntro. Señor sus miserias, porque sólo así se consigue la unión con Dios, a fuerza
de humillarse; sólo así se alcanzan luces, gracia y todo lo que nos hace falta.
Eso es lo que yo hago al entrar a un retiro: buscar a Dios en la soledad para
llorar mucho delante de El todas mis faltas, mis imperfecciones, mis
debilidades, porque soy muy miserable. Allí le ruego que me haga buena, que me
dé mucha dulzura, que me sepa humillar; allí agencio todos los favores, allí
consigo inmensos beneficios, allí me dice Dios cuanto debe hacerse, y ya
después no tengo más que hacer que determinar lo que El quiere que se haga.
¿No les parece que ha de ser muy hermosa la vida de las
Sacramentadas? Es cierto que no será de pura oración puesto que también
trabajarán, pero será solamente en el servicio de Dios Ntro. Señor; atenderán
los Sagrarios, lavarán la ropa, cuidarán de que todo esté arreglado, harán las
Hostias, y unirán a esos trabajos una constante oración, una vida llena de
recogimiento. Por eso ven Vds. que no volverán a ver a nadie, ni a tratar con
sus familias; enteramente deben consagrarse a Jesús Sacramentado y hacer de
cuenta que para ellas murió el mundo y ellas murieron para él. Yo les aseguro
que ha de ser una vida encantadora, y aún cuando esas almas no conquisten a
otras materialmente como lo harán las Apostólicas, también las ayudarán a salvarlas
con sus oraciones, con sus sacrificios, siendo las que todo lo alcancen de
Dios, y sacando del Sagrario cuanto sea preciso.
En cambio la vida Apostólica tal vez sea más meritoria a los ojos
de Dios porque es de mayor sacrificio, de lucha constante para impregnar en las
almas una cosa difícil como es el amor a la Cruz, el saber contrariarse y vencerse
constantemente, y después de muchos afanes y trabajos, recibir por pago ingratitudes
y desprecios. Pero no importa hijas mías, ¿somos esclavas? duro tiene que ser
nuestro salario, no tiene remedio; muy mal nos ha de pagar el mundo, pero como
trabajamos por amor de la
Divina Niña, de esa Reinita que Dios ha querido darnos
acabada de nacer, o más bien dicho, acabada de formar, puesto que todavía no
nacía al mundo y ya Ntro. Señor desde el momento en que dijo que Ella fuera, le
preparó su corte para que tuviera quien la sirviera reconociéndola como Reina
y Señora, y dándola a conocer al mundo como Inmaculada, pero no grande como
todos la aman, sino pequeñita, desde su primer instante, por Ella todo lo
sufriremos y siempre llenas de humildad.
No digan nunca después de haber trabajado y de haberse esmerado
con las niñas: –“¡Vaya, siquiera se trabaja pero se ve el fruto, porque ha
salido bien!”, no hijas mías, eso siempre deja entender que tienen amor propio;
yo quiero que siempre piensen que lo han hecho muy mal, que lo echaron a
perder, que nada salió bien y que se consideren incapaces de hacer algo bien
hecho. Por supuesto que ese anonadamiento, ese desprecio de sí mismas que han
de tener las esclavas, llegarán Vds. a adquirirlo poco a poco porque no es
posible lograr en un momento la mayor perfección. Si yo ahorita les dijera:
–“vamos a que toquen Vds. el piano”; y les pusiera enfrente una pieza de Chopin,
de Mendhelson, o de cualquiera de esos grandes autores, por más ganas que
tuvieran de darme gusto no podrían lograrlo; me dirían que sí, pero ¿las
tocarían? imposible; para eso necesitarían tener grandes conocimientos en
música ¿no es cierto? pues así pasa con la virtud: hay que ejercitarse en ella
y practicarla para llegar a la perfección. - Para eso hay que empezar por todo
lo pequeñito, hay que cumplirlo con exactitud, observando hasta lo más
insignificante que les prescriba el Reglamento, y a la hora de hacer el examen
no se pregunten nada más si han cumplido con lo que se les ha mandado, porque
eso no debe satisfacerle a una esclava que desea aprender a amar a la Divina Niña; no se
conformen con cumplir el Reglamento a secas, no se queden satisfechas con
decirle a Dios: –“ya recé el Oficio, ya trabajé, ya cumplí con mis deberes, ya
hice oración, confórmate con eso”. Eso no es bastante; una verdadera esclava no
debe dar tan poco; sus preguntas constantes han de ser estas: –“¿ya cumplí?,
está bien, ¿pero lo hice con finura? ¿todos mis actos de hoy, consagrados a
Dios fueron finos y delicados? ¿cómo hice oración? ¿teniendo niñas a mi cargo
las descuidé para irme yo con Dios, y las dejé solas? si así lo hice, estoy
segura que no lo agradé y que más contento hubiera quedado de mi sacrificio al
vigilar a las niñas aún cuando desde allí con ellas hubiera yo intentado estar
en oración. - ¿Cuando voy a buscar a mi Señor lo hago simplemente porque me lo
mandan, o porque quiero amarlo? si lo amo lo buscaré siempre aún cuando esté
llena de sequedad, aunque nada sienta, aunque me parezca que no tengo qué
ofrecerle. ¿No puedo siquiera mover mi voluntad para decirle que lo quiero
amar? ¿no lo siento dentro de mi alma? pues voy a humillarme a sus plantas para
decirle: “te ofrezco el no poder amarte ni decirte que te amo”. Tú sabes bien
cómo te quisiera amar pero no puedo lograrlo, y como eso me hace sufrir y es
un sacrificio para mí, Tú me lo recibirás. - Dame fuerza Señor; bien sé que de
ti solamente ha de venirme cuanto necesite, por eso te lo pido; atiende a mi
debilidad y concédeme las gracias que me faltan. - Ya no diré: –“sólo voy a
oración porque V. me lo manda”, nada de eso, todo lo contrario; vendré a verte
porque te amo y quiero aprender a amarte cada día más; estoy como una madera,
mi corazón está insensible, no puedo adelantar un paso aunque tenga voluntad;
pero no le hace, yo te ofrezco ese corazón seco y duro como un palo; es lo
único que puedo darte, unido a las ganas que tengo de sacrificarme por tu amor
eso sí; y quiero sacrificarme no como criada asalariada sino como esclava, es
decir, sin esperar ninguna paga, sin ajustarte la cuenta, sin pensar en méritos
ni en indulgencias, sino únicamente pensaré en que por amor tuyo sufriré
cuanto quieras. No quiero recompensas y
ya que Tú has querido darme un total desprendimiento de todo, aprovecharé esa
gracia sirviéndote también por puro amor”.
Así es como las esclavas hemos de ir a Dios y hemos de procurar
llevarle a las almas. Yo tengo por eso una custodia, como diciendo: - en este
viril llevo a Jesús Sacramentado, y ya saben todos los que se acerquen a mí,
que tenemos que ir a Dios, que a El han de ir encaminados nuestros pasos, y
que hemos de consagrarle todo el amor de nuestros corazones. - Luego vienen
las Apostólicas que llevan prendido al pecho un copón lleno de formas, como una
señal de que han de llevar a Dios Ntro. Señor a todos los corazones,
consagrándose a formar las almas de los niños, matándose por ellos en el
trabajo, y no dejando jamás de inculcarles el amor a Jesús en el Sacramento.
Ellas llevarán a los Sagrarios todos sus sacrificios, unidos al fruto que hayan
logrado en las almas, y allí los depositarán para que luego las Sacramentadas
los ofrezcan a Dios Ntro. Señor diciéndole: –“Aquí tienes Señor estos corazones
de niños, están consagrados a ti, son soldados tuyos Señor, dales fortaleza
para que ya no se aparten de tu lado y nunca te abandonen”. Allí con ellos se
ofrecerán también las Sacramentadas, porque han ayudado a conquistarlos con su
oración de anonadamiento y de constante sacrificio; llevarán por insignia un
cáliz, y ese querrá decir que han agotado todos los sufrimientos, que han dado
primero su vida por las almas en los trabajos apostólicos, y ahora están allí
dispuestas a vivir anonadadas con Dios, Sacramentadas en El, rogando sin cesar
porque triunfe en el mundo el Reinado de Jesús Sacramentado y de la Divina Infantita.
-
Postradas en la presencia de la Divina Niña, deseosas
verdaderamente como todas estamos de la santificación de nuestras almas, y de
que Dios Ntro. Señor se una a nosotros y escuche las súplicas que le hacemos
para que venga a nuestros corazones dándonos oración, vamos a rogárselo a la Divina Niña y Ella no
duden que lo conseguirá. Entonces Dios oirá nuestros ruegos, atenderá las
peticiones que le hacemos, y si hemos sabido sufrir por su amor y vivir
constantemente crucificadas con El, sacrificándonos contentas aún en tiempos de
guerra, cuando por todas partes se reciben palos, no duden que recibiremos el premio.
La recompensa de nuestros afanes y de habernos sostenido firmes, permaneciendo
fieles en las pruebas, será una santidad loca de amor por Jesús en el Sacramento
y por la Divina
Infantita. Esta recompensa la tendrán todas las que han
sabido guardar fidelidad en estos tiempos de terrible lucha; y se los digo,
porque no vayan a pensar que solamente quien se decidió a venir con nosotros
en esos tiempos y a servir a Dios en medio de los palos, es quien tiene mérito;
no hijas mías, todas las que al sentirse apaleadas, a pesar del dolor natural
que sienten, tienen ánimo para decir: –“no importa, vamos adelante”, y con la
cara sonriente y llena de felicidad trabajan y se sacrifican, tienen mérito
delante de Dios Ntro. Señor. El está pendiente de todas sus acciones, nada se
le pasa, de manera que aunque estuvieran en el rincón más apartado de la casa y
allí se estuvieran sacrificando y humillando, ignoradas de los demás, aún
cuando nadie apreciara aquellos sacrificios, Dios no los olvida y la recompensa
que les dará por sus trabajos será: llamarlas a su lado.
De modo que cuando las Apostólicas hayan dado su vida por las
almas, cuando se hayan martirizado por impregnarles el amor a la Cruz, a cierta edad les
premiará sus sacrificios haciéndolas Sacramentadas para que vayan a vivir junto
al Sagrario, para Dios solamente y allí le digan: –“Aquí tienes a tu esposa que
ahora es toda para ti; ya ganó muchas almas para gloria tuya, y hoy sólo le
queda venir a ser tu compañera constante, viviendo sacramentada contigo y
anonadada por tu amor”.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado y a la Divina Niña para
Nuestro Padrecito y para nosotros en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, &.
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