martes, 30 de octubre de 2012

MEDITACION Nº 22 JESUS CON ESTA DEPENDENCIA SOLO HA BUSCADO LA GLORIA DE SU PADRE



Preludios.- Como en la meditación 18.

Punto 1º.- ¿Y para qué hijas mías, tanta dependencia de Jesús a costa de tantos sacrificios?. No más que para glorificar a su Padre. –“Yo no busco mi gloria sino la gloria de Aquel que me ha enviado”. (1)  –“Yo honro a mi Padre”. (2) - Y El mismo en la oración que hace a su Eterno Padre, empieza por decirle: –“Yo te he glorificado sobre la tierra”. (3)  –“Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a Ti”. (4) -
Punto 2º.- Y cuando el Padre lo glorifica con voz del cielo, (5) Jesús to­do lo refiere a su Padre diciendo: –“Quien cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me envió. Y el que me ve a mí, ve a Aquel que me envió. (6) - El que me ve a mí, ve también al Padre”. (7) -
Punto 3º.- Y porque no busca su gloria sino la de su Padre, por eso dice que su doctrina es verdadera y para manifestar como, mientras El busca la glo­ria del Padre, éste glorifica al Hijo, dice: –“Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada; mi Padre es el que me glorifica”. (8) - Y cuanto más des­precia Jesús su propia gloria, es más glorificado de su Padre. Al presentarse como hombre que nace en pecado, en el Templo es reconocido y declarado verdadero Mesías; al ser bautizado como hombre que ha cometido pecado, es presentado por el Eterno Padre como el Maestro; en la Cruz es reconocido Hijo de Dios, y porque a Ella subió como si fuera el último de los hombres, recibió un nombre que es sobre todo nombre y al pronunciarlo se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno. (9) -
Afectos.- Sea mi única gloria Dios mío, glorificarte siempre al modo que lo hace tu Divino Hijo, cumpliendo en todo tu voluntad, en mis enseñanzas y en mis obras; y cueste Señor lo que me costare. ¿Qué es la ignominia de la Cruz comparada con tu Gloria?. -
Propósito.- Hacer siempre la voluntad de Dios.
(1)                  
(2)       Joan.    Cap.   8, v. 49.
(3)       Joan.    Cap. 17, v.   4.           
(4)       Joan.    Cap.   7, v.   1.           
(5)       Joan.    Cap. 12, v. 28.
(6)       Joan.    Cap. 12, v. 44 - 45.
(7)       Joan.    Cap. 14, v.   9.
(8)       Joan.    Cap.   8, v. 54.
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MEDITACION Nº 419
Miércoles 20 de Junio de 1906. a.m.
JESUS CON ESTA DEPENDENCIA
SOLO HA BUSCADO LA GLORIA DE SU PADRE

Parece que meditar en esto es una cosa así, muy elevada, muy grande para nosotros, como que es nada menos el tratar del Eterno Padre y de su gloria, que era lo único que buscaba Dios Ntro. Señor al venir al mundo. El nunca tra­tó de darse gloria a sí mismo, sino de glorificar a su Padre celestial, y por eso al presentarse como pecador, permitió que lo humillaran y lo desconocieran para que así no fuera ninguna gloria para el Hijo sino toda para el Padre que lo había enviado. Eso nos debe hacer ver que en todas las obras de Dios, se ha de procurar darle a El solo toda la gloria, y que por eso permite muchas veces que se vean combatidas, calumniadas, perseguidas de tal suerte que no les lle­gue a quedar una sola persona a favor sino que todo el mundo esté en contra, para que así a la hora del triunfo se vea que solamente Dios Ntro. Señor salvó lo que era suyo, y que la gloria ha de recaer nada más en El. Sí hijas mías, así ha querido Ntro. Señor que vaya pasando con nosotros, y por eso ven que hasta las personas que más a favor nuestro estaban, manifestándose adictas a la Esclavitud y siendo defensores suyos; de las que alguna vez llegué hasta a decir que Dios les había dado a conocer la Obra presentándoles la estrella que los había de guiar, y que así pasaba con el Señor Obispo de León, ahora ha permitido Dios Ntro. Señor que hasta a ese defensor lo veamos volteado, para que así resalte más la gloria del Eterno Padre que a la vez glorifica a su Santísimo Hijo dejándolo enteramente a El solo de parte nuestra.
No pueden Vds. imaginar siquiera la felicidad tan grande que se siente en el alma cuando sabe uno que en medio de un desprecio tan terrible, tan absoluto, tiene uno sin embargo de su parte a Dios Ntro. Señor. Así me lo hace ver en la oración; y cada vez que recurro a El para quejarme del abandono en que estamos porque todos nos desprecian, y le lloro diciéndole: –“Ya ves Señor qué situación la nuestra, ¡todo el mundo en contra!”, oigo claro cómo me res­ponde: –“y yo a favor”. Esta mañana a las tres, estando yo en oración y pensando precisamente en lo mismo, veía yo una cara burlesca que se reía a carca­jadas porque todos nos tiran. (No sé si sería mi imaginación, así es que no me lo crean) pero sin embargo, pienso que no fue cosa mía, porque estaba yo con Dios, y esa cara me pareció del demonio que quería burlarse de nosotros, lleno de alegría, pero entonces Ntro. Señor me volvió a repetir lo que siempre me ha dicho, y sentí un consuelo inmenso al entender: “Estoy contigo; yo siempre a tu favor”. ¡Qué mejor defensor queremos hijas mías! por eso ven que a mí no me importa que todos los hombres sean enemigos nuestros, y que en la tierra no haya quien hable a favor de la Obra; mientras tengamos a Dios propicio no hay por qué temer, al contrario, debemos contar con la seguridad del triunfo porque Ntro. Señor así lo quiere.  Si El no nos concede tener un defensor siquiera en el mundo, es porque quiere ser el único encargado de sostener su Congre­gación en medio de una lucha tan terrible, y el solo abogado que quiere que tengamos desde ahora, es el primer esclavo que se llevó a su lado. Luisito que ha sido el primer santo de la Obra, el San Estanislao de Kotska de la Esclavi­tud como alguno dijo, porque vivió muy poco y se santificó muy pronto, será el que nos alcance de Dios Ntro. Señor todas las gracias que quiera derramar sobre la Obra; por eso se lo llevó cerca de la Divina Niña, porque allí serían más eficaces sus peticiones.
Dios Ntro. Señor formó el alma de Luisito para la virtud no cabe duda; y lo quiso hacer santo desde niño; pero necesitó traerlo a la Esclavitud para ponerle sello a su santidad. Ese sello quiso que fuera el de una Congregación religiosa que principiaba pero que había de darle mucha gloria, y por eso le impregnó en su alma tan bien impregnado el amor a la Esclavitud. No hay duda que él fue nuestro primer hijo en la tierra, y ahora es nuestro primer santo en el cielo; el que intercederá por nuestra causa, porque amó mucho la Obra, supo apreciar la grandeza de ella, conoció nuestras necesidades, y también nos tuvo un gran amor a nosotros; él es quien nos traerá cada día los recados que Dios Ntro. Señor quiera mandarnos; él estará constantemente unido a todos los esclavos y esclavas, pero para que esa unión exista, es preciso que tenga por lazo el sacrificio perpetuo. Si Vds. todas viven sacrificándose siempre, verán cómo alcanzan todo cuanto pidan; necesitan hijas mías ser muy sacrificadas, si es que desean tener comunicación con ese santo escogido por Dios; necesitan no pedir nunca sino cosas santas, para que así le ruegue él a Dios Ntro. Señor que se las conceda, porque si tienen deseos de algo que no esté conforme en todo a la voluntad de Dios, si él ve que no se resignan a sufrir callando, que no procuran moderar su voz cuando hablan, que cuando sienten indignación no se domi­nan sino que la desahogan diciendo palabras duras en contra de la persona que nos ha injuriado; que no se hacen el ánimo de vencerse docilitando su juicio, no esperen que esté a su favor porque los bienaventurados como todo lo ven en Dios y lo quieren para Dios buscando únicamente su gloria, no se unen jamás con las almas que están llenas de imperfecciones, que no quieren amar el sacrificio, que procuran huir del desprecio porque no tienen ganas de ser humildes; que si se les corrige se disculpan siempre, y que no apetecen sino su modo propio y no el que Dios N. Señor quiere que tengan y para eso se los impregna.
Así es que no lo olviden, sacrifíquense mucho si quieren que Luisito le presente a la Divina Niña sus actos de amor y les traiga recados suyos diciéndoles cómo se han de vencer para llegar a una verdadera santidad en la Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña deseosas verdaderamente porque así debemos estar, de la santificación de nuestras almas, ya que Ntro. Señor nos ha hecho la gracia inmensa de apartarnos por completo del mundo y de todos los lugares donde podríamos encontrar recreo para traernos al lugar del desprecio, vamos a darle las gracias porque nos ha proporcionado el más seguro medio de alcanzar la santidad. No se cansen hijas mías, sólo viviendo al lado del desprecio es como se santifican las almas; por eso a Luisito que fue el escogido por Dios como víctima, como el primer santo de la Esclavitud que quiso lle­varse al cielo, lo trajo aquí precisamente en los momentos del mayor abandono, cuando el mundo entero estaba volteado en contra nuestra, cuando sufríamos el desprecio general, porque así quiso sellar su santidad. Ahora si nosotros que­remos estar unidas a él que es un bienaventurado, para rogarle que pida por nosotros, que sea el emisario de nuestras peticiones ya que está cerca de Dios Ntro. Señor y de la Divina Niña, les vuelvo a repetir que necesitamos amar mu­cho el sacrificio, vencernos constantemente, docilitar nuestra voluntad, doblar bien doblada la cabeza para rendir el juicio, para que así vea que tenemos verda­dero afán de cumplir la voluntad de Dios, de sujetarnos a ella a toda hora y en todo momento, y de esa manera interceda con Dios Ntro. Señor para que nos ponga el sello de la Obra de la Esclavitud que es un sello de pura obediencia, de amor y sacrificio; y una vez selladas de esa manera seremos reconocidas en la gloría por los bienaventurados y podremos estar en comunicación con ellos y sobre todo con Luisito, con el primer esclavo que será el encargado de traernos los recados de Dios Ntro. Señor, y de conseguir todas las gracias que necesitemos y las que re­dunden en gloria para Dios, para la Divina Niña y para la Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para Nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, &.

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