Preludio 1º.- Como en la primera meditación.
Preludio 2º.- Imagínate que ves cualquiera de los tres grandes
misterios que hemos considerado antes: la Encarnación, la Crucifixión, y la Eucaristía.
Preludio 3º.- Pide al Señor que te dé luces para conocer la Obra de salvación que se
realiza en ellos.
Punto 1º.- ¿Qué hace María cuando en la Encarnación al
mostrarse tan perfecta Esclava, Ella dice: “Fíat”, y entonces es cuando la
naturaleza humana, libre, representada dignamente en María, da su
consentimiento para que el
Verbo Divino uniéndose a nuestra naturaleza la haga la gran víctima expiatoria
de los pecados de los hombres? - La Encarnación es la preparación del gran sacrificio
salvador de la humanidad, y de cada hombre en particular.
Punto 2º.- En la Cruz es donde rompe la Divina Víctima el
decreto de enemistad con Dios, que pesaba sobre la humanidad. (1)
Entonces aprendió la obediencia por las cosas que padeció;
y consumado, fue hecho Autor de salud eterna, para todos los que obedecen.
Punto 3º.- Y cuando en la Sagrada Eucaristía
el Hombre-Dios se somete a tanta obediencia y esclavitud la más perfecta, ¿no
es cuando en la vida eucarística dispone el modo de darme a mí
vida, comunicando a cada hombre en particular los derechos de salvación que
alcanzó para la humanidad en la
Cruz?. –“Yo soy el pan vivo que descendí del cielo. Si alguno
comiere de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo daré es
mi carne”. (2)
La carne tomada en el Inmaculado Corazón de María y
sacrificada en el ara de la Cruz
para la salud de todos, es la que comida en la Sagrada Eucaristía
da vida santa a cada uno de los hombres. Como dice Nuestra Santa Madre la Iglesia al dar la Sagrada Comunión
a los fieles: –“Se te da la prenda de la gloria”. Esto es, el derecho para que
seas morador de la gloria. -
Afectos.- Luego sin verdadera Esclavitud no hay
salvación. Huyendo el mundo de la amorosa obediencia de la Esclavitud del amor, se
aparta de la salvación. - Esclavicémonos nosotros y hagamos que otros se
esclavicen, para que ayudándonos a esclavizar a los hombres con cadenas de
amores, semejantes a los de la
Encarnación, la Crucifixión, y la Eucaristía, los hombres
vuelvan a los caminos de la
Salvación.
Propósito.- Seré esclavo y procuraré que otros lo
sean.
(1) Heb. Cap.
5, vv. 8 y 9.
(2) Joan. Cap. 6, vv. 51 y 52.
__________
MEDITACION Nº 400
Miércoles 25 Abril de 1906.a.m.
SOLO LA
ESCLAVITUD DE AMOR SALVA
Cita hoy Nuestro Padre los tres Misterios de la Encarnación, la Crucifixión
y la Eucaristía,
y dice que sin ellos no hubiera habido salvación para el mundo. Desde el
momento en que la Sma.
Virgen admitió la unión del Verbo Divino con la naturaleza
humana, pronunció el Fíat de la
Redención y nos dio la seguridad de salvarnos. Sin Ella no
tendríamos Eucaristía, no podríamos unirnos con Dios Ntro. Señor. ¡No ven
cuánto le debemos a la
Sma. Virgen! por eso nosotros que la tenemos por Reina
pequeñita, y la amamos desde el primer instante de su ser, vamos a rogarle que
nos enseñe cómo hemos de ser verdaderamente esclavas; cómo hemos de
corresponderle a Dios Ntro. Señor el amor que nos tiene que es tan grande. No
podemos ni siquiera darnos cuenta de cómo nos ama Dios hijas mías, porque no
sabemos apreciar ese amor; el hombre vive despreciándolo y por eso no lo
siente, que si lo sintiera tal cual es, no lo resistiría. Ayer así me lo hizo
ver Ntro. Señor en la oración; yo pensaba en el amor que les tendría a las
otras monjas, y le decía yo: –“¡Cuánto amarás a las Reparadoras, a las
Capuchinas!”, entonces El me hizo sentir que cada una teníamos nuestra porción,
y después con mucho cariño sentí cómo me dijo: –“Si yo te hiciera sentir todo
el amor que te tengo, no podrías resistirlo, morirías”. ¡Tanto así es el amor
de Dios para las almas, y nosotros no sabemos estimarlo, y mucho menos
corresponderlo!. Quisiéramos entender a Dios Ntro. Señor siempre que El se
hiciera a nuestro modo, porque eso de hacernos al suyo nos parece sumamente
difícil. Yo estoy segura de que a todas Vds. les gustaría mucho que Dios las
escuchara, pero
querrían darse cuenta de que eso había sido, para quedar convencidas; se
sentirían felices llamando a Ntro. Señor, la risueña entre puras risas, la
seria con seriedad, la reflexiva con muchas reflexiones, la circunspecta con
circunspección, y que al momento sintieran su presencia, eso sí; que no las
hiciera esperar, sino que solicitaran una audiencia y ya estuviera pronto para
concederla en el momento mismo. Eso no es posible hijas mías, el alma que logra
llegar a comunicarse con Dios tiene que hacer mucho, que esperar todo el
tiempo que El quiera, que humillarse profundamente en su presencia posesionada
bien de su miseria, sin desanimarse por ella ni porque se le figure que no
adelanta un paso en la perfección. Eso nunca lo verán, convénzanse, y si lo
ven, será mala señal porque querrá decir que tienen amor propio, y ese es el
que les dice que han adelantado. Vds. no averigüen, caminen siempre adelante,
estudiando cada día más cómo han de humillarse delante de Dios Ntro. Señor, y
El hará lo demás y se encargará de santificarlas por medio de la Divina Niña. Lo que se necesita
es que todas se resuelvan a pronunciar el Fíat para corresponderle a Dios su
amor con sacrificios, que es con lo único que pueden demostrar que lo
aman mucho esos sacrificios si son constantes, le estarán diciendo a nombre de
Vds. –“¡Quiero amarte Jesús mío! - ¡Quiero corresponder con un amor loco el
amor infinito que me tienes! - ¡Quiero vivir para ti, bien mío, y estar
pendiente a toda hora, para oír el silbido amoroso con que me llamas”. Sean muy
humildes, y esa humildad hará que las profesoras y todas las que tienen niñas
que enseñar, después de trabajar con ellas, de luchar sin descanso, de
sacrificarse para lograr algún fruto, de enseñarles algo, cuando vean que ya lo
han conseguido, que aquello que pusieron salió bien, que el mundo satisfecho
pregunta: –“¿quién educó a esas niñas? ¿quién las ha enseñado?”, nunca quieran
aparecer ellas sino que siempre presenten a Dios y se oculten lo más que puedan
a los ojos de los demás, para que de esa manera, cuando se acerquen al Sagrario
puedan decirle a su Esposo Sacramentado: –“¡Aquí me tienes; he trabajado mucho,
me he sacrificado, he recibido desprecios, he luchado con las niñas, pero como
no busco la gloria para mí sino para ti solo, por eso vengo aquí a ocultar mis
sacrificios para que nadie los vea ni los conozca más que Tú. Quiero vivir
olvidada de todos, no quiero que los hombres me compadezcan, por eso callaré
cuando sufra y por fuertes que sean mis amarguras, siempre tendré la sonrisa
en las labios; así sólo Tú sabrás que sufro, y no necesito más. Me basta con
que Tú pienses en mí! ¡por eso no me importa que el mundo desconozca mis
sufrimientos, con tal que los aprecie mi Señor y mi Rey, y sepa que por su amor
lo he hecho todo!. No quiero las alabanzas de las criaturas, ni apetezco los
honores que ellas pudieran darme; todo lo contrario: seré feliz si logro vivir
despreciada, abatida, colmada de humillaciones, maltratada, y todo eso lo
puedo venir a depositar aquí a tus pies para quejarme contigo y que Tú me
consueles y aceptes mi corazón todo entero”.
Sí hijas mías, ¡qué hermoso será eso para las Esclavas ! - ¡qué
dicha tan grande la suya después de haber salvado a muchas almas, de haberlas
catequizado, de haberles dado forma espiritual, ganándolas para Dios, el ver
que se acerca el momento de recibir la recompensa de sus trabajos de esclavas,
de recibir el premio de sus sacrificios, que es el mayor que pueden esperar
puesto que consiste en llegar junto al Sagrario, y depositando allí todo lo que
llevan para que Dios lo reciba, quedarse desde aquel momento a sus pies, para
vivir unidas ya con Jesús en el Sacramento!.
Postradas en la presencia de la Divina Niña le
pediremos con todo nuestro corazón, que nos enseñe a crucificarnos, que nos
diga cómo se crucifica el alma que quiere corresponder con un amor de locura,
esa locura del amor que Dios nos tiene. Ese amor hijas mías tiene que ser muy
firme, muy decidido y lleno de finura.
Examinemos nuestras obras hasta las más pequeñas, recordemos cómo
han sido hechas, y así veremos si han tenido la finura que debe tener lo que
se le consagra a Dios Ntro. Señor. Roguémosle a la Niña encantadora que Ella nos
ayude, que nos impregne en nuestras almas las virtudes, para que así todo en
nosotros sea dulce, agradable, lleno de amor y de modestia; que nuestros modales
sean finos, moderadas nuestras palabras, suaves y llenas de afabilidad; que
todos nuestros pensamientos sean puros y sencillos; que seamos dulces y
misericordiosas con las niñas, tratándolas siempre bien, procurando llevarlas a
la santidad pero suavizándoles la
Cruz; y ya que tenemos por fuerza que ser lo último, porque
las esclavas han de verse constantemente humilladas, colmadas de desprecios,
desechadas por todos lados, le rogaremos que nos haga humildes y que nos
conceda la gracia de que siendo últimas en todo, seamos sin embargo primeras en
amar a Jesús Sacramentado y a la Divina Infantita, y no permitir que nadie nos
gane en amor.
Le pediremos a Ntro. Señor la bendición en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, para Nuestro Padrecito y para nosotros.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, &.
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