2º. NO HA HABLADO,
SINO LO QUE EL PADRE LE HA MOSTRADO
Preludios.- Como en la meditación anterior.
Punto 1º.- Si el Divino Esclavo nos enseña que El
depende del Padre porque ha sido enviado por El, no menor dependencia muestra
cuando nos dice, que todo lo que El nos enseña es palabra de su Padre que lo ha
enviado. –“Mi doctrina, dice, no es mía sino de Aquel que me ha enviado”. (1)
–“Las palabras que yo hablo, vuelve a decir Jesús, no las hablo de mí mismo...
la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. (2) -
Punto 2º.- Y esta palabra del Padre la aprendió El
en el mismo Padre, como su Unigénito que es y consubstancial con El; pero a
nosotros nos las dice, porque en cuanto hombre se ha hecho Esclavo de su Padre
para enseñarnos y salvarnos. –“Yo lo que oí de El, eso hablo en el mundo...
como mi Padre me mostró, esto hablo... Yo digo lo que vi en mi Padre”. (3)
Punto 3º.- Y más fuertemente expresa todavía
el Divino Maestro esta dependencia, manifestándonos que así lo ha hecho porque
ha recibido este mandato de su Padre. Dice así: –“Yo no he hablado de mí mismo,
mas el Padre que me envió, El me dio mandamiento de lo que tengo que decir, y
de lo que tengo que hablar y sé que este mandamiento es la vida eterna, pues lo
que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho así lo hablo”. (4) -
Afectos.- ¡Qué hermosa dependencia, Maestro
sapientísimo mío nada piensas ni nada hablas que no te esté mandado por tu
Padre. - ¡Qué lejos está mi pensamiento y cuán contrarias son las palabras de
mi boca de esta santa dependencia!. Jesús mío, que yo no entienda ni hable otra
cosa más que lo que es tu voluntad.
Propósito.-
Luchar en todo instante para que mi pensamiento y mis palabras no se
aparten del querer de Dios. -
(1) Joan Cap.
7, v. 16.
(2) Joan Cap. 14, vv. 10 y 24.
(3) Joan Cap.
8, vv. 26, 28 y 38.
(4) Joan Cap. 12, vv. 49 y 50.
__________
MEDITACION Nº 405
Miércoles 2 de Mayo de 1906. a.m.
2º. NO HA HABLADO,
SINO LO QUE EL PADRE LE HA MOSTRADO
Conforme vamos adelantando en la lectura de las meditaciones las
encontramos más elevadas, y parece más difícil comprenderlas y explicarlas;
pero como Dios Ntro. Señor es quien se encarga de hacerlo, y además de ser tan
bondadoso con nosotros, quiere que nos empapemos bien en el espíritu de la Esclavitud y que
constantemente vivamos estudiando el modo de imitarlo a El que es el Divino
Esclavo y siempre quiso vivir sujeto en todo a su Eterno Padre de tal manera
que en el mundo no enseñó nada que no fuera lo que su Padre le había enseñado,
ni habló una palabra que no estuviera mandada por El, así quiere ahora venir a
decirles a Vds. que deben estar sujetas a la voluntad de los superiores,
unidas a ellos, no haciendo nunca nada que no les hayan prescrito. La voz de los superiores
hijas mías es la voz de Dios, puesto que Ntro. Señor es quien los dirige, quien
les da luces, quien les enseña cómo deben obrar en todo conforme a la voluntad
suya.
Ayer decíamos que cada día de este mes consagrado a la Santísima Virgen,
habíamos de formarle pétalos hermosísimos de rosas y que esos pétalos serían de
puros actos de sacrificio ¿no es cierto? pues bien, hoy vamos a ver qué deben
tener esos pétalos para que sean hermosos, y cómo les daremos lo que necesiten;
yo creo que Vds. se habrán fijado en que esos pétalos que unidos llegan a
formar una flor, son encantadores por sí solos; tienen una suavidad, un aroma
y un color hermosísimos, y para poderles dar esas tres cosas que son las que
les dan hermosura, necesitan ir nuestras acciones hechas con mucho cuidado;
nuestras palabras, nuestras enseñanzas, siempre llenas de dulzura;
nuestras respuestas dadas con suavidad, para que el pétalo formado con ellas
sea tan suave y aterciopelado como el de la rosa, porque si todas nuestras
acciones las hacemos con descuido, si somos duras, si al hablarles a las niñas
las tratamos con un modo brusco y lleno de acritud, resultará que nuestras
rosas van a la Niña
sin vida, como rosas de cartón. El aroma se los hemos de dar con puros actos de
modestia, de recogimiento, de mortificación, preguntándonos constantemente:
“¿cómo hice lo que acabo de hacer? si soy novicia y salí para rezar, me fui
unida a las demás, caminando en orden y callada, llevando mis ojos
bajos y mi actitud modesta? ¿procuré rezar devotamente, claro, recio y uniendo
mi corazón a las palabras? entonces quiere decir que mis pétalos los he
ofrecido perfumados con el aroma que despide la modestia, el silencio y el
buen ejemplo”. También
deben tener color, y habíamos quedado en que las rosas que ofreceríamos esta
semana serían encarnadas, pero no de esas muy rojas, sino de esas otras de color
hermosísimo así como color magenta, ¿no lo recuerdan? pues bueno, ese color se
los darán los actos de sacrificio, los vencimientos bien hechos, las
humillaciones que sepan sufrir por amor de la Divina Niña.
Por ahora hijas mías, como todavía están Vds. muy pequeñitas, por
eso no les pido más que pétalos de flores, mientras están capaces de llegar a
formar una cruz que ha de ir adornada con esas flores, para decirle a la Divina Niña que en
ella van a crucificar sus pasiones, su modo propio, todo lo suyo, para vivir
solamente según el modo propio de Ella que es encantador y es el que Dios nos
pide que imitemos. - Ntro. Señor formó a la Santísima Virgen
colmándola de perfecciones y gracias, hasta quedar enteramente complacido, y
luego nos la dio por Madre para que nos esmeráramos en amarla y en imitarla en
sus perfecciones y virtudes. No olviden por eso, cómo deben hacerlo todo, con
cuánto reposo, sin andar con fugas y siempre corriendo porque no les alcanza el
tiempo; es verdad que estas pobres monjitas es mucho el quehacer que tienen y
no se dan a basto, pero también es indispensable el recogimiento; que siempre
caminen con moderación, que no pierdan un minuto la modestia; no que hay momentos
en que más que madre de monjas, se me figura que soy madre de cohetes
corredizos. Eso no está bien; nunca podrán agradar a la Divina Niña si no
saben sobreponerse constantemente y obligar a la voluntad a que en todo se
contraríe, para que de esa manera se acostumbre a caminar despacio la que
quiera ir de prisa; a vencerse cuando sientan contrariedad; a obedecer
inmediatamente que algo se les mande, a no buscar palabras de disculpa cuando
algo hayan hecho, digno de reprensión; a ser muy dulces para tratar a las
niñas, convenciéndose a sí mismas de que sólo de esa manera se atrae a las
almas. Todo el mundo hijas mías se va en pos de quien sabe tratarlo con
dulzura; no digan Vds. los niños, hasta los jóvenes y los viejos siguen con
gusto a una persona amable y dulce; en cambio la dureza no atrae nunca, al
contrario, siempre es repulsiva y hace huir a las personas, porque nadie
es feliz al lado de quien es duro y no les hace sentir a los demás sino dureza.
¿Quieren imponerse verdaderamente y cautivar con su ejemplo y con
su palabra? procuren estar siempre contentas, con un semblante
amable y lleno
de alegría, con la sonrisa en los labios, con la dulzura en las palabras, y de
esa manera por donde Vds. vayan, irán sembrando pétalos de flores, y esos
pétalos tendrán suavidad, perfume y color, y serán dignos de unirse para formar
una rosa hermosísima llena de aroma y ofrecérsela a la Divina Niña; pero para
poder llegar a formarla necesitan recordar que la rosa tiene un cáliz que es el
que sostiene todos esos pétalos y que sin él no pueden estar unidos. ¿Saben lo
que significa ese cáliz? los sufrimientos, las contrariedades, las
mortificaciones, los sacrificios porque tendrán que pasar para llegar a ofrecer
un sinnúmero de pétalos, y que así como el cáliz sostiene toda la flor, así en
el cáliz de los sufrimientos han de sostenerse todos los actos pequeñitos de
las esclavas, todas esas nonadas que por imperceptibles desprecia el mundo,
como por ejemplo: que si se arrodillan lo hagan sin ruido, que no se recarguen
en ninguna parte ni se cojan de las bancas para hincarse, sino que hagan
una genuflexión bien hecha, con todo respeto; que todo lo que tengan a su cargo
esté bien atendido; que si en Coyoacan hay alguna y esa tiene que andar por la
cocina, todo lo tenga limpio y arreglado lo mismo que su persona; y la comida a
su tiempo; que las profesoras tengan mucha dedicación con sus niñas y las
enseñen con esmero, diciéndoles cómo deben obedecer, cómo han de respetar a sus
superiores, cómo han de humillarse y ser muy dulces, para que la Divina Niña quede
agradada de ellas y les acepte sus
pequeños sacrificios.
Sean muy dulces hijas mías, no se les olvide que siempre encanta
la dulzura y el buen modo.
Ahora voy a contarles una cosa que vi en Pepa la chiquitilla que
siempre les saco en la meditación; pero es que a mí sin duda me quiere dar Dios
muchas lecciones por medio de los niños y por eso me son útiles si los tengo a
mi lado. Estaba esta chiquita conmigo y no quería separarse de mis brazos por
más luchas que le hacían; entonces yo quise hacer una experiencia y le dije a
una de las novicias que con un juguetito la entretuviera, y a ver si lograba
que así se apartara de mí. Yo al hacer eso quise ver cómo logra Satanás, con
una cosa que no vale nada, con una distracción cualquiera, alejar a las almas
de Dios Ntro. Señor. (Por supuesto no quiero decir que yo me pusiera en el caso
comparándome con Dios ni que a la novicia la considerara ocupando el lugar de
Satanás, eso no) solamente se me ocurrió el pensamiento ese al ver cómo la
chiquita, primero se resistía a separarse y alargaba la manita para coger el juguete,
pero sin desprenderse de mí; hasta que por fin poco a poco, retirándole aquello
que ya le había llamado la atención, consiguió irla alejando cada vez más hasta
que la sacó de la pieza. Yo pensaba que entonces la niña ya estaba fuera de mi
protección, ya
lejos de mí yo no hubiera podido defenderla ni cuidarla, y ese pensamiento me
hizo ver cómo el demonio con una bagatela cualquiera, embauca a una alma que
está casi en el regazo de la Santísima Virgen, y poco a poco sin que se dé
ella cuenta la va retirando de allí, la aleja, se la lleva, y cuántas veces
llega a ponerla completamente fuera de la protección de María. ¡Qué vergüenza
hijas mías que con tanta facilidad le den el triunfo a Satanás y se dejen
engañar por él, abandonando a la
Divina Niña y retirándose de sus brazos maternales! - ¿No les
da pena ver que se levantan decididas a luchar, y que viene el demonio y con un
solo pensamiento de desaliento, de flojera, de tibieza, las desanima, y la
lucha que habían emprendido con tanto valor, de nada sirve porque Vds. la han
abandonado, se encuentran débiles, sin gusto para nada, sin fuerzas para
trabajar, sin ánimo para vencerse, y aquellos pétalos hermosísimos llenos de vida, de aroma, de suavidad, y de
color que pensaron formar para la
Niña, no son más que unos pétalos apestosos, marchitos y
descoloridos, nada más porque le han dado cabida a un pensamiento y se han
puesto a platicar un momento con la tentación que las divaga y les dice para
desanimarlas: –“que Dios no les hace caso, que de balde se sacrifican, que para
qué es formar buenos propósitos si no los han de llevar a cabo, que hasta hoy
nada han hecho bueno ni de provecho, que más vale proponerse ser malas”. No hay
que darle cabida al demonio hijas mías, no hay que desanimarse pensando en lo
que hemos sido; eso ya pasó, y si Dios Ntro. Señor nos ve desde hoy resueltas a
ser otras, a vencernos constantemente, a luchar con las pasiones, a no querer
respetar más que su voluntad sujetándonos a ella en todo y por todo, es tan
generoso que todo lo ha olvidado ya, desde el momento que nos ve formar un buen
propósito, y que tenemos deseos de levantarnos de nuestras caídas que si son
muchas es por nuestra miseria, y a ella atiende cuando nos ve caer. ¿Por qué
hijas mías vamos a creer lo que nos dice la tentación? ¿por qué ya por eso nos
hemos de desanimar? ¿por qué no hemos de tomar las flores y ofrecerlas a la Divina Niña aunque el
demonio sólo nos haga ver las espinas?. No nos importe hijas mías herirnos con
ellas, no les tengan miedo, y en cambio para los demás ocúltenlas siempre y no
les dejen ver más que las rosas hermosísimas con que obsequia a la Sma. Virgen el alma
que la sirve con amor y sabe sacrificarse por Ella.
Hoy quiero repetirles lo que ayer les dije: que todos nuestros
sacrificios de ayer, los ofreceremos a la Divina Niña rogándole
al Angel de la Guarda
de Nuestro Padrecito que él sea quien se los presente a María, ayudándonos a
pedirle su venida, diciéndole que con todo nuestro corazón le rogamos que nos
lo traiga. ¡Qué justa es nuestra petición! por eso se la hacemos con toda el
alma postrándonos en la presencia de la Divina Niña, y suplicándole que a la vez nos
enseñe cómo hemos de fabricar esos pétalos de flores para que resulten
hermosos, llenos de aroma de suavidad y de color. Le diremos que no permita
jamás que las que sean esclavas se aparten del regazo de tan dulce Madre; que
no se alejen tampoco de los superiores, sino que siempre vivan unidas a ellos
ya que Dios Ntro. Señor se los ha dado, y haciendo con gusto la voluntad de
Dios, representada en la de esos superiores, porque así imitarán a Ntro. Señor
Jesucristo que nunca hizo más que la voluntad de su Eterno Padre, y no quiso
sino practicar lo que era de su agrado, y hablar solamente lo que El le mandaba.
Así hijas mías, ¡qué felicidad será para Vds. el día que a
imitación suya, no den un paso, no hablen una palabra, no tengan un pensamiento
que no esté íntimamente unido a la voluntad de sus Padres, entendiendo que
ellos son los que han de transmitirles la voluntad de Dios Ntro. Señor y el
espíritu de la Esclavitud
en donde han de santificarse.
Le pediremos a Ntro. Jesús Sacramentado y a la Divina Niña, la
bendición para Nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, &.
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