4º.- HA CUMPLIDO
EN TODO LA OBRA DEL
PADRE
Preludios.- Como en la meditación 18.
Punto 1º.- Y esta unión de la divina voluntad y la
voluntad de Jesús no es puramente interna; las obras de Cristo igualmente
dependen de su Eterno Padre. –“En verdad, en verdad os digo: El hijo no puede
hacer por sí cosa alguna, sino lo que viere hacer al Padre”. (1) -
Punto 2º.- Y no tuvo Jesús más empeño toda su vida,
que hacer la obra para la cual su Padre lo había enviado al mundo. –“Mi
comida, dice Jesús, es que haga yo la voluntad del que me envió, y que cumpla
su obra”. (2) - Para que las obras de Dios sean a todos manifiestas, (3)
Jesús da vista a los ciegos y resucita a los muertos, pues así, viendo todos
que hace obras divinas, todos creamos en El y nos decidamos a seguirlo a toda
costa, a la manera que dijeron los Apóstoles cuando Jesús marchaba a la Judea donde hacía poco que
lo querían matar: –“Vamos también nosotros y muramos con El”. (4) -
Punto 3º.- Observa hija mía, en qué momentos tan
solemnes da Jesús testimonio de que no hizo otra cosa que hacer la obra de su
Eterno Padre que le había encomendado. Escucha cómo dice en la oración que hace
antes de su Pasión: –“Yo te he glorificado Padre, sobre la tierra; he acabado
la obra que me diste a hacer”. (5) - Y cuando estaba clavado en la Cruz y había encomendado el
cuidado de María a Juan y viceversa, sabiendo Jesús que todas las cosas eran
cumplidas…... dijo: –“Consumado es”, e inclinando la cabeza, entregó el
espíritu. (6) - Y cuando ya estaba a punto de ascender a los cielos el Salvador
del mundo decía: –“Era necesario que se cumpliese todo lo que estaba escrito de
El en la Ley de
Moisés, y en los Profetas y en los Salmos”. (7) -
Afectos.- En todo has cumplido la Ley de tu Padre, en las
palabras y en las obras; ni una jota ni un ápice han pasado de la Ley hasta que todo ha sido
cumplido en Ti. - Porque no veniste a quebrantar la Ley sino a cumplirla, para
cuyo fin te hiciste obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. -
Propósito.- Sujetarme a la Ley cuanto me fuere posible,
huyendo siempre toda singularidad.
Notas de la
Meditación 21. -
(1) Joan. Cap. 5,
v. 19.
(2) Joan. Cap. 4,
v. 34.
(3) Joan. Cap. 9,
v. 3.
(4) Joan. Cap. 11, v. 16.
(5) Joan. Cap. 17, v.
4.
(6) Joan. Cap. 19, v. 28 - 30.
(7) Luc. Cap. 24, v. 44.
__________
MEDITACION Nº 431
Jueves 5 de Julio de 1906. a.m.
HA CUMPLIDO EN TODO LA OBRA DEL PADRE
Dice el libro que Jesucristo no tuvo más voluntad que la de su
Eterno Padre, y que todo su empeño consistió en cumplir la Obra para la cual su Padre lo
había enviado al mundo para darnos ejemplo y enseñarnos cómo se cumple la
voluntad de Dios. Si nosotros seguimos su voz y somos fieles en seguirla, habremos
hecho la voluntad del Padre, haciendo la de su Santísimo Hijo puesto que El en
todo y por todo no tiene otra que la de su Padre Celestial; de manera que
siguiendo a Jesús y obedeciendo sus mandatos, llegaremos a lo que Dios Ntro.
Señor quiere que hagamos, que es: renunciarnos a nosotros mismos para no tener
más voluntad que la suya.
Cuando Dios Ntro. Señor quiere llamar a una alma a la vida
religiosa y le da las gracias de sentir una verdadera vocación, no necesita esa
alma más que corresponderle con actos de sacrificio y amor, y entonces no es
preciso muchos emisarios que vayan de parte de Dios a conquistarla, porque no
es así como Ntro. Señor nos solicita. Díganme, cuando Luisito y Angelina
sintieron en su corazón esa necesidad tan grande de hacer algo para trabajar
por la santidad de su alma, ¿hubo muchos misioneros que se encargaran de
traerlos aquí? yo no sé que así haya pasado; ellos buscaron el modo de ser
santos porque Dios así quería que lo hicieran, y trataron de acercarse a
Nuestro Padre porque les atraía, y pensaban que al lado suyo podrían encontrar
lo que deseaban. Una vez resueltos a seguir el camino que Dios Ntro. Señor les
trazaba, ¡qué les importó todo lo demás! nada absolutamente, sino que pasaron
por todo para romper el muro de dificultades que pudiera levantarse ante ellos,
y se dieron por completo viniendo a entregar cuanto poseían: muebles, dinero,
personas, sin reservarse nada, sin detenerles el pensamiento de que perderían
todo puesto que traían todas sus cosas a un Asilo, en donde hoy verían un
mueble hecho pedazos en manos de tanta niña, y mañana se encontrarían con sus
alfombras rotas, manchadas, echadas a perder. Pues bueno, a pesar de tener en
su alma impregnado el amor al orden y el gusto de tener todas sus cosas con
toda comodidad y arregladas, de todo eso prescindieron con gusto en cuanto Dios
Ntro. Señor les hizo ver que debían buscar la santidad. Desde ese momento ya no
les bastó la felicidad que en su casa disfrutaban, ni les llamaron la atención
paseos y diversiones que hubieran podido proporcionarse con lo mismo que Dios
les había dado para que lo gozaran, sino que sólo apetecían algo que no se
explicaban y que no era aquello, y por eso buscaron la felicidad en la vida de
sacrificio. Y luego, cuando Luisito en la oración, recibió aquellas mociones de
Dios que fueron hermosísimas, y cuando sintió aquella cadena puesta al cuello
por la Divina Niña
que tanto le impresionó, que ya saben Vds. que en ese momento lleno de alegría,
le dijo con toda su alma: –“¡Madre mía, apriétala!”, y cuando después se vio,
rompiendo un muro terrible armado él de un zapapico y golpeando con tal fuerza
para romperlo, que se sentía desfallecido, bañado en sudor que Angelina le
limpiaba con un pañuelo, y al llegar a romperlo después de grandes esfuerzos,
ver esa procesión de esclavos que no tenía fin, ¿no les parece a Vds. que fue un
regalo hermosísimo el que Dios quiso hacernos, y el que a Luisito le hizo también
dándole esas mociones en la oración que son encantadoras?. Sí hijas mías, todo
eso es muy hermoso, y la santidad alcanzada por Luisito prueba hasta la
evidencia que la Esclavitud
es santa, puesto que a sus fervientes y constantes ruegos pidiéndole a Dios la
santidad, lo trajo donde pudiera adquirirla. El hecho de que los dos pusieran
aquí cuanto tenían entregándose por completo a la Obra, y viniendo a ella
precisamente en los momentos en que todos estaban en contra nuestra, ¿no les
dice claro a Vds. que fueron los escogidos por Dios Ntro. Señor para
sacrificarse, y para que él se ofreciera como la víctima para sufrir el
martirio por la
Divina Infantita?. Sí hijas mías, Dios no quiso darle esa
gloria a ninguno de los que habían sido sus devotos de la Divina Niña, porque la
tenía reservada para Luisito; y por eso mientras a todos los demás los alejaba,
a ellos les dio el toque de gracia, el amor tan grande a la santidad, y el deseo
de llegar delante de la
Divina Niña y decirle: –“Somos tuyos; todo cuanto poseemos
venimos desde este momento a depositarlo a los pies de la Sma. Virgen pequeñita;
ahora vamos a tomar la Cruz,
a tener penas y tribulaciones por consuelo, penas y tribulaciones por descanso
para no descansar sino en el cielo”. Luisito dio con gusto a su esposa a quien
tanto amaba, se dio a sí mismo para romper el muro de dificultades, y se
realizó lo que él en su oración había visto. El a fuerza de sufrimientos logró
derribarlo, y no le faltó en aquellos momentos, su pocha, así lo
vi en la oración, caminando al lado de él a la santidad, ayudándole a romper,
limpiándole el sudor de su frente, y dándole consuelos, porque al estar allí a
su lado participando de su sacrificio parecía decirle: –“Aliéntate, yo estoy
aquí como un soldado valiente y me siento firme para luchar; somos ahorita como
una sola alma que va a romperse en dos: tú para ir al cielo a rogar y a
interceder cerca de Dios, y yo para quedarme en la tierra entregada al
sacrificio, y matándome por lo que los dos amamos tanto”. ¡Cuántas amarguras no
sufrió Luisito y también ella, desde el momento que quisieron darse a la Esclavitud!. ¡Cuántas
ocasiones tendrían el corazón hecho pedazos con las injurias que nos hacían los
enemigos, puesto que nos amaban ellos tanto!. Y sin embargo, en medio de esas
penas, no hubo un solo momento en que hubieran titubeado, ni en que él
pensara: –“¿sufrirá ella mucho? ¡para qué me vendría!”. Eso no, siempre fue
firme y Vds. le oyeron decir lleno de alegría cuando más atormentada estaba su
alma: –“¡Benditas tribulaciones! ¡benditos sufrimientos! ¡cómo le pagaré a Dios
Ntro. Señor que nos haya traído a esta santa casa!”.
¡Así se rompen muros hijas mías! de otra manera, el amor no existe
porque es imposible buscar a Dios y pretender ir en pos de El, si no queremos
tomar sobre los hombros la Cruz
para seguirlo. Todo el que quiera caminar al lado de Dios Ntro. Señor, tiene
que atravesar mares de amarguras, ríos de tribulaciones, y embarcarse sin
tratar de descansar en tierra, para llegar a descansar sólo en el Cielo. Así se
lo pongo a Nuestro Padre en una tarjeta postal, en la que le digo también: que
a fuerza de sufrir y de luchar con grandes tempestades, es como Dios ha
querido darnos la fecundidad”. Ntro. Señor nos ha probado de muchas maneras que
ama la Esclavitud,
y que por eso le ha hecho regalos hermosísimos; que nos dio a la Divina Niña para que
Ella fuera la Reina
de la Obra, para
que al mundo se la presentáramos diciéndole: –“Esta Niña, es la representación
de la Inmaculada
Concepción pequeñita, y con el nombre de Divina Infantita la
han de amar y darle culto”; que luego no le bastó darnos a la Reina, sino que nos dio
Templo para que Ella tuviera su trono, un pedestal, y desde allí concediera
todas las mercedes y favores que fueran a pedirle; que por último, nos ha dado
a Nuestro Padre y a mí, hijos e hijas, para que sean los vasallos que le rindan
homenaje y le den gloria, sacrificándose por su amor.
¡Qué justo es que ahora nos postremos a los pies de la Divina Niña, para
rogarle que una nuestros sacrificios a los que ya ha aceptado de Luisito, del
emisario nuestro que tiene cerca de Ella y que constantemente ha de pedir por
nosotros, ha de alcanzar muchos favores para la Esclavitud, y sobre
todo las gracias que necesitamos para que nuestras almas lleguen a la santidad.
Es imposible que nos quedemos sin ellas; debemos luchar por alcanzarla a toda
costa, porque Dios Ntro. Señor nos ha traído a una Obra santa; el emisario de la Esclavitud, el único
que fue digno de ocupar ese lugar en el cielo después de haber dado su vida,
tiene que conseguir mucho, y a él hemos de decirle que ruegue para que siga
rompiéndose ese muro de dificultades que él fue el primero en romper; que
vengan ya a México sacerdotes esclavos, pero que lleguen con verdadero afán de
sacrificarse, y decididos a tener el espíritu de niñez que se les ha de
impregnar, porque si no tienen ese espíritu, ¿para qué los queremos?. Hace
mucha falta el sacerdocio en la
Obra, es verdaderamente indispensable la venida de un
esclavo siquiera, pero de un esclavo verdadero que quiera amar con locura, para
que de esa manera comunique después ese amor a las almas y las lleve a Dios
enseñándoles que la Divina
Niña nos ha de conducir a El, nos ha de dar el triunfo de la Esclavitud, y nos ha de
enseñar como Madre, como Maestra y como Modelo a que hagamos en todo la
voluntad de su Santísimo Hijo para poder decir que hacemos la del Eterno Padre.
Le pediremos la bendición para Nuestro Padrecito y para nosotros,
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acordaos ¡oh piadosísima Virgen María, &.
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